Además de su temprano interés por las artes plásticas, Liliana Porter mostró desde siempre una gran pasión por la literatura. Luego de haber estudiado en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de Buenos Aires, viajó con su familia a México D.F., donde residió hasta 1961.1 Allí se vinculó con los círculos literarios e intelectuales de la época y quiso estudiar Filosofía y Letras: “Quería aprender a pensar”.2 Mientras tanto, su formación en el campo del grabado seguía su curso, y también en aquella ciudad estudió con Mathias Goeritz en la Universidad Iberoamericana.
Un viaje fugaz a Nueva York en 1964, para conocer la ciudad que se había convertido en el centro neurálgico del mundo artístico, se transformó en una parada mucho más prolongada. Al poco tiempo se anotó en el Pratt Graphic Art Center, la escuela de grabado más prestigiosa de la ciudad, donde conoció al artista Luis Camnitzer,3 con quien fundó el New York Graphic Workshop en compañía de José Guillermo Castillo. Desde entonces, Nueva York se convirtió en su ciudad por adopción, sin abandonar por ello un estrecho vínculo con la escena artística argentina.
En un contexto de profunda transformación de los lenguajes artísticos promovido por los movimientos de la neovanguardia, su obra contribuyó activamente al surgimiento del conceptualismo, así como tomó elementos del Pop y del Minimal, sin adherir doctrinariamente a ninguno de ellos. También tomó impulso del boom del grabado de los 60 en un horizonte de experimentación a través del cual combinó muy tempranamente procedimientos tradicionales del grabado con nuevas técnicas de recolección de imágenes que aportaba la fotografía, y la serigrafía como procedimiento industrial volcado a la producción artística.
En 1977 su obra gráfica incorporó el color4 y saltó a la tela. De allí en más, su pintura se transformó, durante los años 80 y 90, en un espacio donde desplegar una serie de objetos reunidos por su afán coleccionista –enigmáticos en ocasiones, o “banales” las más de las veces– que trasponían una gramática con referencias al lenguaje escrito. El blanco de la tela, que parecía invocar el blanco de la hoja o el sinfín de un set publicitario, transformaba la atmósfera de indeterminación y atemporalidad, y a la vez concentraba al máximo la atención de los objetos dispuestos en el plano.
La lectura temprana de Jorge Luis Borges y la fascinación por la obra de René Magritte y por los juegos trompe l’œil de la pintura clásica dan cuenta de su interés por la representación, lo real y sus ficciones. En efecto, sus pinturas escenifican diferentes niveles de lo real a través de la combinación de técnicas, materiales y objetos que convierten cada tela en una sutil capa genealógica atravesada por diferentes temporalidades.
Untitled with Books (1986-1989) no solo representa el tiempo, sino que lo contiene en su propia materialidad, ya que la obra tuvo dos momentos de ejecución: el panel central de fondo blanco está fechado en 1986, y los azules laterales fueron realizados durante 1989. Pero, además, en la composición conviven diferentes estatutos de la imagen que imprimen una nueva dimensión temporal a través del uso de diversas técnicas: el dibujo y la pintura en los tres prismas fantasmáticos del panel de la izquierda, la serigrafía de la pila de libros transferidos a la tela en el panel central, y los pinceles adheridos en el borde derecho de la tela a modo de assemblage.
La teatralidad y el artificio –recursos que tienen larga tradición en la historia de la pintura desde el Barroco en adelante– estructuran la obra y permiten la exacerbación de “lo pictórico” a través de la incorporación del pincel y del gesto matérico que percibimos en las chorreaduras leves y en la textura de la superficie de la tela. Porter opera sobre el plano de manera sutil, silenciosa y con precisión quirúrgica, transformando la pintura en el escenario más adecuado para desplegar su reflexión sobre el tiempo: “Para entender el tiempo hay que vaciar el espacio”.5
Despojada y casi esencialista, Untitled with Books recorre el arco que va de las formas abstractas del cubo, la esfera y la pirámide que parecen desvanecerse, a la realidad material del instrumento que permite la existencia de estos tipos ideales.
Las formas de lo real y la paradoja del tiempo también se expresan en la elección de los libros que ubica en el panel central replicando el género “bodegón”. El primero de ellos, abierto en la página 29, corresponde a Historia de la eternidad (1936), de Borges; junto con Sombra del paraíso (1939-1943), del poeta español Vicente Aleixandre, perteneciente a la Generación del 27, y Sábadomingo (1938), de César Tiempo, un escritor nacido en Ucrania que residió toda su vida en la Argentina, y que era primo del padre de la artista. Sábadomingo era para Porter un objeto familiar que circulaba en su casa desde su infancia, el cual la atraía por la confusión que se generaba con la palabra “Tiempo”.6
Contar la historia de la eternidad es un oxímoron, así como es un imposible apresar el tiempo en una pintura. Liliana Porter lo sabe; sin embargo, a través de su obra ha buscado obstinadamente las maneras para contenerlo fugazmente, desenmascarando en su tránsito las diferentes formas de lo real.
Texto de Jimena Ferreiro
Notas
1. Sus padres y su hermano decidieron quedarse en México D.F. y Liliana Porter regresó sola a Buenos Aires en 1961.
2. Tiscornia, Ana, “Un conejo que se escapa: Entrevista a Liliana Porter”, en AA.VV, Fotografía y ficción (cat. exp.), Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, 2003, p. 56.
3. Liliana Porter y Luis Camnitzer se casaron en 1965, al poco tiempo de conocerse, y fueron socios artísticos durante todo el período.
4. The Magritte Series es un conjunto de fotograbados de 58,6 x 46 cm que marcan este cambio de rumbo.
5. Tiscornia, Ana, op. cit., p. 56.
6. Porter se refiere a la doble articulación de la palabra, que señala un apellido y a la vez funciona como un sustantivo. En AA.VV., Arte contemporáneo. Donaciones y adquisiciones. MALBA - Fundación Costantini (cat. exp.), Buenos Aires, MALBA - Fundación Costantini, 2007.
Título: Untitled with Books
Año: 1989
Técnica: Tríptico. Acrílico, serigrafía y collage sobre tela
162,5 x 505 cm
Nro. de inventario: 2003.48
Donación: Adquisición gracias al aporte de Fundación Eduardo F. Costantini, 2003
Fuera de exposición
Selección de obras 1968/1990, Fundación San Telmo, Buenos Aires, 1990; Museo Nacional de Artes Plásticas, Montevideo, 1990; Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile, 1991 (cat. exp., p. 7).
Liliana Porter: Fragments of the Journey 1968–1992, Archer Huntington Art Gallery, University of Texas at Austin, Austin, 1993.
Between Silence and Violence. Argentine Contemporary Art [Entre el silencio y la violencia. Arte contemporáneo argentino], Sotheby’s, Nueva York, 2003; Espacio Fundación Telefónica, Buenos Aires, 2004-2005.
60/80. Arte argentino. Obras de la colección, comodatos y préstamos, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, 2007 (cat. exp. p. 64).
Arte contemporáneo. Donaciones y adquisiciones. MALBA - Fundación Costantini, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, 2007-2008.
Arte latinoamericano siglo XX, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, desde 2003 hasta la actualidad.