Esta obra es representativa del abordaje de la escultura en la obra de Margarita Paksa de fines de la década de 1960. Sin título I (1969-2001) se sitúa en la intersección de varias trayectorias nítidas en su producción: su abandono de una práctica escultural más desprolija, definida por la soldadura visible y las formas biomórficas; un diálogo con el minimalismo norteamericano que por entonces se había difundido en la Argentina, y el uso del acrílico, que, en 1969, también marcó el ingreso de Paksa en el campo del diseño industrial.
Egresada de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, en Buenos Aires, Paksa realizó en 1964 su primera muestra individual, compuesta de esculturas de hierro soldado que sugerían formas orgánicas, tales como mandíbulas, piernas y garras. Algunas de ellas se titulaban Bicho, un intrigante eco de la artista brasileña Lygia Clark. En 1965 presentó Calórico en la galería del Centro Argentino por la Libertad de la Cultura (CALC), con financiamiento de Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAM). Esta obra, hecha de poliéster rojo y tubos de vinilo, ofrecía a los espectadores una ambientación que abarcaba la totalidad del espacio de la galería, en el mismo año en que La menesunda, de Marta Minujín y Rubén Santantonín, agitaba las aguas en el Di Tella. Con La primavera (1966), Paksa comenzó a refinar su lenguaje, sujetando cuatro formas cromadas parecidas a valvas en dos postes que iban desde el piso hasta el techo, en el MAM.
En 1967, el minimalismo y las “estructuras primarias” aparecieron en la producción de varios artistas de Buenos Aires y Rosario. En el Premio Internacional del Instituto Torcuato Di Tella se mostraron obras de Sol Le Witt y Robert Morris, quien recibió un galardón; Jorge Glusberg curó en la Sociedad Hebraica Estructuras primarias II, como una secuela argentina de la exposición del mismo nombre llevada a cabo en el Jewish Museum de Nueva York el año anterior; y la muestra Rosario ’67 presentó una variedad de esculturas y ambientaciones que adaptaban la repetición seriada y el aspecto de acabado industrial característicos del minimalismo. En sus trabajos para Experiencias visuales ’67 y otras exhibiciones clave de esa época, la obra de Paksa estableció un estrecho diálogo con el sofisticado compromiso con el minimalismo del arte de David Lamelas de aquel momento. Las contribuciones de la artista a esta tendencia invariablemente se desviaban de una interpretación ortodoxa de la escultura minimalista e incorporaban elementos cinéticos y luces (Identidad en dos situaciones, 1967), referencias a lugares urbanos específicos (Diagonal y Corrientes, 1967) y la manipulación de la totalidad del espacio de exhibición en beneficio del observador (Idea correspondiente, 1967). Fue también en ese mismo año cuando empezó a experimentar con el diseño y produjo el múltiple Relaxing Egg en diferentes colores, igualmente en acrílico.
Sin titulo I, que data de 1969, aparece al final de la producción escultórica de Paksa de ese período, y luego de su participación en algunos de los gestos políticos más conocidos de la historia del arte argentino (Experiencias ’68, la interrupción del Premio Braque por parte de varios artistas, que fueron arrestados, y las etapas de planeamiento de Tucumán arde). Figura entre las estructuras más simplificadas en las que trabajó: el acrílico, clavado a una placa de aluminio pintado, está cortado en forma de cuadrado, con un agujero también cuadrado en el medio. Cuando se reflexiona sobre ese vocabulario formal tan reducido, éste recuerda esculturas anteriores, como Silencio, de 1967, un cubo. En la época de Sin título I, Paksa utilizaba sistemáticamente el acrílico para proyectos de diseño industrial, tales como la silla Sillón básico, de 1969, y la estantería Divisor de ambiente, de este mismo año, que reflejan un interés reciente en un “arte para el consumo” que Jorge Romero Brest propondría para el Di Tella en un ensayo de 1970, pocos meses antes del cierre del instituto. Esa aparente división de la obra de la artista entre escultura abstracta y diseño de mobiliario fue tal vez anticipada por su participación en exhibiciones tales como Plástica con plásticos, en el Museo Nacional de Bellas Artes, que tuvo lugar en 1968, pisándole los talones a su actividad política, y fue patrocinada por la Cámara Argentina de la Industria Plástica. Se esperaba que los expositores en esta muestra utilizaran plásticos, forzando un compromiso entre la industria y la autonomía artística que resulta sorprendente en un año normalmente asociado con el rechazo de las instituciones en favor de la acción colectiva. Tal vez sea instructivo, a la luz de su obra de ese mismo momento vinculada directamente a la retórica y la comunicación revolucionarias, que Paksa haya asociado en forma explícita una de sus esculturas acrílicas con el silencio. En ese sentido, MALBA posee ejemplos de dos polos sumamente diferentes de la práctica de la artista; uno relacionado con los caprichos de la comunicación, y el otro, con los límites formales, físicos e institucionales del proyecto de la abstracción en la Argentina.
Texto de Daniel R. Quiles
Título: Sin título I
Año: 1969
Técnica: Acrílico, acero, pintura industrial y perfil de aluminio
90.3 × 90.3 × 7.8 cm
Nro. de inventario: 2002.02
Donación: Donación de la artista, Buenos Aires, 2002
Fuera de exposición
Galería de Arte Nuevo (en la Galería del Este); MAC Muebles Acrílicos, Centro de Diseño de M. Paksa y O. Cairola, 1969.
Marie Orensanz, Alejandro Puente, Margarita Paksa, Galería Ruth Benzacar, Buenos Aires, 2002.
Arte latinoamericano siglo XX, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, desde el 27 de agosto de 2003 hasta 2011.
Arte latinoamericano siglo XX, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, desde septiembre de 2012 hasta agosto de 2016.