Datada en 1939, La composición con tonos verdes se sitúa en el primer momento productivo de Roberto Matta, y es un claro ejemplo de la particular abstracción que exhibe buena parte de su obra. Es una pieza abstracta, puesto que sus formas orgánicas no son representativas. No obstante, estas formas aparecen delante de un fondo, amarillo en el sector inferior y multicolor en el superior. Así se sugiere, se representa un espacio. Esta representación espacial se refuerza con el solapamiento de las diversas formas, unas delante de otras. Este dato de la realidad perceptual, el espacio, será una de las cuestiones centrales en toda la obra del artista. La importancia del espacio en los trabajos de Roberto Matta conduce la interpretación hacia diversas vías. En primer lugar, nos remite a sus estudios de arquitectura en la Universidad Católica de Santiago de Chile, de donde egresa a los 21 años. Y es sabida la importancia del espacio en toda reflexión arquitectónica. Otros caminos en este sentido se abrirán sobre todo a partir de su viaje a Europa, que realizará apenas terminada la carrera, en 1933. En París, ingresa al estudio de Le Corbusier, pero también se empapa de los debates artísticos contemporáneos. Y, así, en 1936 se produce el gran giro: Matta abandona la arquitectura por la pintura, y pronto también abandonará el racionalismo por el surrealismo. Sus primeras piezas están todavía próximas al oficio del arquitecto en lo que respecta a los materiales: son dibujos, grafitos sobre papel. Cuando realiza La composición con tonos verdes ya había comenzado a pintar, y nuestra obra, aunque ejecutada en lápiz y grafito sobre papel, está muy cerca de sus primeras pinturas, las morphologies psychologiques. La ruptura con Le Corbusier y la adhesión al surrealismo se evidencia en el texto-manifiesto “Matemática sensible, arquitectura del tiempo”, publicado en 1938 en la revista Minotaure. En este texto, Matta afirma:
Necesitamos paredes como sábanas mojadas que se deforman y envuelven nuestros temores psicológicos; travesaños entre interruptores que den una luz que ladre a las formas y a sus sombras de color, susceptibles de despertar en las encías esculturas para los labios. […] A este propósito, se insinúa el cosmos como en un molde, como en una matriz conformada a la medida de nuestros movimientos.1
Un texto fundamental, no solo porque refuta la mathématique raisonnable de Le Corbusier, sino porque cuestiona el lineal espacio euclidiano y propone otro mucho más complejo, multidireccional. Un espacio físico y psíquico, exterior e interior a la vez, un espacio “a la medida de nuestros movimientos”. La adhesión al surrealismo también puede explicar el aspecto caótico de La composición con tonos verdes, resultado del procedimiento gestual en la realización de líneas y formas. Un gestualismo que está vinculado a la célebre definición de Breton del surrealismo como un “automatismo psíquico puro”. En 1937 Matta conoce a Gordon Onslow Ford, al que lo unirá una profunda amistad. Junto con este artista inglés explorará otra veta del espacio, la cuarta dimensión analizada en los textos del escritor esotérico ruso P.D. Ouspenski. Onslow Ford también lo estimula a trabajar con el óleo, y así realiza sus primeras pinturas, que Matta llamará morphologies psychologiques. Con esta denominación asocia sus imágenes con las transformaciones que registra el objeto dentro del espacio-tiempo psicológico. Así lo expone en un texto fechado en 1938: “Llamo morfología psicológica al gráfico de las transformaciones debidas a la absorción y emisión de energías por parte del objeto desde su aspecto inicial hasta su forma final en el medio geodésico psicológico”.2 La composición con tonos verdes, finalmente, se sitúa en un momento dramático en la vida de Matta, porque en ese mismo año de 1939, en octubre, y ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el artista abandona Francia y se traslada a Nueva York. Allí formará parte de la diáspora surrealista que durante la guerra convertirá a esa ciudad en la capital del arte de vanguardia, y particularmente del surrealismo. Matta continuará realizando morphologies psychologiques, pero cambiará su nombre por inscapes. Una denominación que deja en evidencia ese giro que ya hemos advertido entre las formas abstractas y el espacio representado y que se inserta en uno de los campos más fecundos de la pintura surrealista: el paisaje. Con este juego de palabras, Matta nos desplaza del landscape exterior al inscape interior.
Texto de Miguel Ángel Muñoz
Notas
1. Mathématique sensible, architecture du temps”, adaptación de Georges Hugnet, en Minotaure, nº 11, serie III, Genève, Albert Skira, primavera de 1938, p. 43.
2. Ferrari, Germana (ed.), Matta. Entretiens morphologiques, Notebook, no. 1, 1936–1944, London, Sistan, 1987, p. 70.
Título: La composición con tonos verdes
Año: 1939
Técnica: Lápiz color y grafito sobre papel
32.3 × 49.3 cm
Nro. de inventario: 2001.115
Colección Eduardo F. Costantini, Buenos Aires. En comodato.
Fuera de exposición