Lo primero que podemos percibir en la contemplación de esta obra es la representación de una figura antropomorfa que se asemeja a un ser heterogéneo, casi extraterrestre, abigarrado por una infinidad de elementos simbólicos que configuran el Hombre Cósmico de Gurvich. Notas de color blancas y negras se contraponen, estructurando la tabla en diversos niveles y vetas cargadas de símbolos que descifran una interesante secuencia narrativa. Se genera una ambigüedad entre la figura y el fondo que hace que la silueta del hombre se alterne con los símbolos que la componen en el pasaje al primer plano; parece que todo está en todo. Todas las formas estructuradas pueden considerarse pertenecientes a una unidad, que en este caso es representada por la figura del Hombre Cósmico de Gurvich. Este principio al que el artista recurre no es meramente geométrico o estructural, sino que responde a un concepto filosófico: el de la Unidad o el Todo.1
Esta personificación de la unidad, concebida como el todo, es retomada por Gurvich del paradigma espiritualista y racionalista constructivo, trasmitido por su maestro Joaquín Torres García. El hombre perpetuo, eterno y universal se expresa en un lenguaje abstracto-geométrico y se despliega sobre la obra, mostrándonos en su interior una trama de significados que definen una especial relación entre la figura y los pequeños detalles que la componen.
Para poder visualizar en la pieza esta relación estructural, podemos remitirnos a la frase del historiador Aby Warburg “El buen Dios habita en el detalle”, destacando que los símbolos y minuciosidades que configuran al Hombre Cósmico de Gurvich son entendidos a partir de los detalles y de la naturaleza propia de los elementos que lo componen, constituyendo así los rasgos y significados que nos incitan a comprender de la figura representada. La silueta de oscuros contornos se desprende en sus formas de la huella constructivista, organizándose en secciones dispares que se alternan en blanco y negro. Esta subdivisión, en múltiples registros, dinamiza y potencia la sensación de ascensión o levitación hacia la parte superior de la tabla.
Los pilares constructivistas heredados del Taller Torres García, inscritos en la cabeza de la figura, se colocan, a su vez, dentro del registro que representa el Génesis, primer libro de la Torá, donde se relata la creación del mundo. Gurvich anexiona, por tanto, el arte universal, donde se produce el equilibrio perfecto entre el espíritu y la materia, a su origen judío. Íconos como el emblema de la estrella de David, la menorá, velas sabáticas, las Tablas de la Ley, la serpiente, Adán y Eva o el árbol del bien y el mal, entre otros, muestran un acercamiento del artista a sus raíces judías. Gurvich fusiona, en estos dos registros, el pensamiento concreto con el pensamiento espiritual que confluyen en el circuito orgánico y vital de la capacidad intelectual de hombre.
De la misma manera, en el registro donde se ubica el corazón de la figura conviven conceptos y símbolos universales constructivistas con algunos nombres de las doce tribus del pueblo judío, haciendo referencia a la idea de reino unido de Israel. En esta zona, donde residen el sentimiento y amor del Hombre Cósmico, el Inti o Sol irradia luz, representando la energía indispensable para la supervivencia de todos los individuos.
En la zona abdominal de la figura se personifican los siete pecados capitales, combinando en el interior del Hombre Cósmico, además de la iconografía judía y la doctrina constructivista,2 escenas referentes a la cultura cristiana que expresan las debilidades del ser humano. Si asociamos estos elementos simbólicos a culturas indígenas y orientales,3 donde la fuente de poder del hombre reside en su propio centro, se puede interpretar en la lectura de esta obra que la conciencia del centro se deja en un segundo plano, priorizando el cultivo de la mente, como sucede en las culturas occidentales. Sin embargo, podemos entender, a través de la disposición de las escenas representadas, que Gurvich, por un lado, hace prevalecer la razón que reside en las entrañas del Hombre Cósmico sobre la sabiduría carnal y, por el otro, expresa su voluntad de mirar a través del alma, potenciando así el concepto de emoción.
El interior del Hombre Cósmico simboliza, por tanto, el punto de conexión entre el mundo espiritual y el terrenal ubicado en la parte inferior de la obra, donde se escenifican realidades del trabajo, la cotidianeidad y la familia. Podemos interpretar que el nexo entre origen-vida, espíritu-alma y hombre-razón es la clave, basada en el esquema triádico de Torres,4 que descifra el significado de esta pieza.
Multitud de símbolos y contenidos asociados a la dimensión de la vida humana se organizan rítmicamente en esta tabla de madera, encontrada y reciclada por Gurvich durante su estadía en el Kibutz Ramot Menasche.
La creación de esta obra se enmarca en su segunda visita a Israel, en 1964, junto a su esposa e hijo, donde desarrolló actividades agrícolas y ganaderas en su estadía en el kibutz. Esta convivencia con las raíces culturales judías refleja la mirada retrospectiva del artista hacia su origen, e implica un compromiso vital de éste con el lugar del que provenía.
Texto de Marina García López
Notas
1. Torres García, Joaquín, “Guiones. París, 5 de marzo de 1930”, en Archivo Museo Torres García, Montevideo, Museo Torres García, p. 6: “La estructura pasa de simple andamiaje para ordenar las formas (como procedían los antiguos), a construir la obra misma […], pues donde la estructura se junta a las imágenes ya no puede haber dualidad, el cuadro conserva su identidad primera: la UNIDAD”.
2. Biarritz, Jacqueline, “El Taller Torres García: un movimiento de artes aplicadas en Uruguay”, en La Escuela del Sur. El Taller Torres-García y su legado, separata, Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1991, p. 28. “En 1949 Torres escribió que necesitamos que lo local se fije en lo universal. Y con esto conseguiríamos en primer término la creación un arte, de un arte fuerte y grande, y luego de esto, un arte al fin propio; el futuro arte de América”.
3. Con el término cultura oriental, me refiero a diversas corrientes filosóficas y religiosas que se desarrollaron en Asia Oriental y Meridional como, por ejemplo, el budismo zen, el taoísmo y el confucianismo.
4. Battegazzore, Miguel A., J. Torres García, la trama y los signos, Uruguay, Intendencia Municipal de Maldonado, 1999, p. 147: “El Universalismo Constructivo se articula en base a los signos matrices Triángulo (razón), Corazón (alma) y Pez (vida)”.
Title: Sin título o Composición constructiva
Year: 1964
Technique: Esmalte sobre madera incisa tallada y pintada
49.9 × 27 cm
Inventary Number: 2001.92
Donation: Colección Malba
Fuera de exposición
+ MALBA. Adquisiciones, donaciones y comodatos
MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina
2004
La Colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina
1996