La mujer y sus conflictos psicológicos formaron parte también del repertorio de temas elegidos por Batlle Planas. La histeria está representada en Víctima de sus nervios, en tanto el problema de la esterilidad femenina aparece con una selección de elementos procedentes de la gráfica que, cuidadosamente recortados por el artista, pasan a formar parte de este collage. En él se encuentran una silueta femenina en ropas de finales del siglo XIX, una mecha de taladro, la pelvis de una mujer, una anguila; dos textos, también recortados, imponen sentido al conjunto. En Tratos de mujeres, otro hilo de texto, “Los operarios contentos”, se suma al del título, junto a las cinco imágenes recortadas que se distribuyen, aisladas, en la superficie del papel que es base del trabajo para componer este collage. Una de las 100 habitaciones, por su parte, parece dialogar con estas obras ligadas al universo femenino, al situar un útero con un feto dentro, en el marco de esa consigna, como una de las 100 habitaciones que se anuncian en el texto pegado allí. Benzolinar se distingue de los otros tres collages no solo por la posible distancia temática, sino por el ordenamiento que le da a cada uno de los motivos recortados dentro de una grilla de rectángulos de diversos tamaños que aportan, a la vez, orden y ritmo a la composición. Esta modalidad invita a asociar esta obra con la Pintura de 1936 de la Colección Malba. Es interesante destacar que, en este último collage, la firma aparece situada como una pieza más, como un fragmento en su casillero, como los otros que proceden de recortes de libros o revistas, aquí, un universo imágenes de elementos cotidianos.
En todos los casos es interesante observar la persistencia de la estética del fragmento que se mencionó en relación con otras composiciones del artista de esos años 30. Como si ensayara en imágenes aquella sentencia acerca del encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de disección, de su tan admirado Isidoro Ducasse, el conde de Lautréamont (1846-1870), de quien Batlle Planas realizaría uno de sus inquietantes “retratos imaginarios”.1
La relación de estos collages con las experiencias surreales es muy estrecha, no solo por la suma aleatoria de fragmentos entre elegidos y encontrados, sino por esa voluntad de explorar las ambigüedades de sentidos presentes en las imágenes, en sus relaciones entre sí así como en las que puedan establecer ante la presencia de una línea de texto.
Sabemos que su vinculación con el arte nuevo, particularmente las resonancias del surrealismo y la difusión del psicoanálisis, fue temprana. De muy joven asistía a los encuentros que sostenían su tío Planas Casas y Pompeyo Audivert, quienes trabajaron en la ilustración del libro de poemas de Jacobo Fijman Molino rojo, de 1926. Además, en ese Buenos Aires en donde las experiencias de la modernidad se encontraban y activaban la imaginación, convivían con estos diálogos entre poetas y artistas la circulación de publicaciones europeas, la presencia de textos e imágenes de la escena artística contemporánea en revistas editadas en nuestro país –como la de Dalí, Ernst, Picasso o Le Corbusier, por ejemplo, en la revista Martín Fierro, la saga de los artistas italianos en la pluma de Emilio Pettoruti en las páginas del Crítica Magazine, la revista Qué? publicada por Aldo Pellegrini y la “fraternidad surrealista” en 1928, por mencionar solo algunos hitos– y la difusión del “freudismo”. Vertientes que alimentaron la formación asistemática pero persistente de Batlle Planas y lo condujeron hacia una práctica artística que tendió a valorar la acción automático-conceptual por sobre el ejercicio técnico. Tiene así lugar esta serie de collages y composiciones complejos en los que se privilegia la creación de imágenes inquietantes en formatos pequeños, con técnicas que dan resultados austeros, por la sobriedad de la paleta, la sequedad de las superficies, la valoración del soporte tanto como de lo que le aplica para dar forma a la imagen que quiere lograr. Sus trabajos se alojan en pequeños papeles, material escasamente valorado, excepto por su accesibilidad y ligereza. La simplicidad de los materiales parecería estar prevista como contrapunto de la complejidad de las configuraciones que en y con ellos desarrolla.
Texto de Diana Wechsler
Notas
1. Véase Verdadero retrato del Conde de Lautréamont hecho por Batlle Planas, quien fue su contemporáneo y amigo, 1942, tinta sobre papel 48 x 38 cm, en AA.VV., Batlle Planas, una imagen persistente, Buenos Aires, Fundación Alon, 2006, reproducido en el ensayo de Gabriela Francone (p. 37)
Title: Benzolinar
Year: 1937
Technique: Collage y grafito sobre papel
31.6 × 24.2 cm
Inventary Number: 2001.24
Donation: Colección Malba
Fuera de exposición
pLa Colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina
1996