A lo largo de toda su vida, Mirtha Dermisache realizó un estudio paciente y pormenorizado de los diferentes sistemas de escritura y sus formatos de circulación social. Cartas, periódicos, afiches, newsletters, entre otros, fueron abordados con diversos tipos de grafismos de vocación abstracta, que desvían la atención desde los contenidos de los textos –que habitualmente constituyen el corazón de esos sistemas– hacia sus estructuras de contención visual. Tras conocer brevemente su obra, en una misiva enviada a la artista, el teórico francés Roland Barthes expresó:
[me impresionó] la extremada inteligencia de los problemas teóricos de la escritura que su trabajo supone. Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, que podrían ubicarse bajo el nombre de escritura ilegible. Lo que lleva a proponer a sus lectores, no los mensajes, ni siquiera las formas contingentes de la expresión, sino la idea, la esencia de la escritura.1
Aunque su intención fue siempre la de publicar y distribuir con amplitud sus creaciones, Dermisache pocas veces pudo lograr ese objetivo en tiempo y forma. La primera edición de una de sus cartas se realizó para la exposición Arte de sistemas (1971), organizada por el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Otras pocas publicaciones vieron la luz en la década de los 70,2 y la mayoría llegaron a materializarse recién con el advenimiento del siglo XXI. En este lapso hubo también una merma en la producción de la artista, quien no elaboró nuevas obras entre 1978 y 1997.
Diez cartas. 1970-2010. Cartas para mandar. En homenaje a la idea original del arquitecto Amancio Williams (2009) es el resultado de un proyecto gestado en 1970 en conjunto con el eximio arquitecto argentino, autor de la Casa sobre el arroyo o Casa del puente (1943-1945), edificada en un bosque de la ciudad de Mar del Plata. Williams fue muy amigo y una especie de mecenas de Dermisache; el homenaje mencionado en el título reconoce este vínculo al cumplirse dos décadas del deceso de su protector.
Diez cartas… se editó en dos oportunidades: la primera (Reims, 2007) –que solo llevó por título Diez cartas– fue realizada por la casa de publicaciones francesa Le Clou dans le Fer y presentada en el Instituto Italo-Latino Americano de Roma; la segunda (Buenos Aires, 2009) –que estuvo a cargo de la artista y contó con la supervisión editorial de Olga Martínez– se presentó en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. Existe una diferencia significativa entre ambas ediciones: en la francesa, las primeras cuatro cartas fueron impresas en un único pliego; en la versión argentina, cada una de ellas se publicó en una hoja individual.3 De esta última versión existen dos presentaciones: la que posee la Colección MALBA - Fundación Costantini es una edición de lujo que incluye diez sobres de envío, pero hay otra que no incluye estos sobres y reúne las correspondencias en un folio de papel glassine plegado.
Las cartas reproducen formatos, más o menos comunes, de distintos tipos de misivas, mediante los grafismos frecuentes en los trabajos de Dermisache. Algunas portan las marcas de una comunicación formal: una línea para establecer el lugar y la fecha de escritura, otra para especificar el destinatario, los márgenes protocolares, la firma final. Otras exhiben mayor cantidad de líneas y de manera continuada, como si se tratara de epístolas personales o de mensajes que describen algún acontecimiento. Su densidad gráfica y su clara intención de no ajustarse a una caja de diseño estricta –como sucede en los diarios y los afiches, por ejemplo– las aproxima al universo de la correspondencia manuscrita, a su espontaneidad y su trazo emocional. Sin embargo, en estos casos, las tensiones entre el supuesto contenido y el andamiaje formal son mucho más fuertes, en tanto ponen de manifiesto que, incluso en las comunicaciones más llanas, no se puede prescindir de las imposiciones del papel y su estructuración lineal –aun cuando estas líneas no estén impresas sobre él– dictadas por las normas culturales de escritura. Los grafismos recuerdan los desarrollados por la artista durante la década de 1970 en otras cartas, pero no reproducen ninguna de éstas.
Finalmente, la inclusión de los sobres enfatiza la noción de uso y, en particular, el sentido de su circulación pública. Estas cartas no están destinadas a los baúles familiares, sino que son instrumentos de interacción social. Como tales, se enmarcan de lleno en las investigaciones habituales de la artista, que abordan a la escritura como un dispositivo semiológico determinado social y culturalmente más allá de su contenido informacional.
Texto de Rodrigo Alonso
Notas
1. Carta del 28 de marzo de 1971 citada en Saccomanno, Guillermo, “El imperio de los signos”, Página/12, suplemento Radar, Buenos Aires, año 7, nº 417, 15 de agosto de 2004. Barthes conoció el trabajo de Dermisache a través del cineasta Hugo Santiago, quien se lo mostró en París.
2. Durante la década de 1970 se publicaron: Carta (CAYC, Buenos Aires, 1971), Diario Nº 1, Año 1 (CAYC, Buenos Aires, 1972, incluido en la Colección MALBA - Fundación Costantini), Diario Nº 1, Año 1 (edición de la artista, Buenos Aires, 1973), Libro Nº 1, 1969 o Dermisache (CAYC, Buenos Aires, 1973), Fragmento de historieta (CAYC, Buenos Aires, 1974), Diario Nº 1, Año 1, Cahier Nº 1, 1975 y Carte Postale (Guy Schraenen, Amberes, 1975), y 4 Cartes Postales (Guy Schraenen, Amberes, 1978). En 1995, la artista editó una nueva versión de Diario Nº 1, Año 1. El resto de sus publicaciones fueron posteriores a 2003.
3. Por este motivo, el número total de hojas impresas incluidas en la carpeta es de 13.
Título: Diez cartas, 1970-2010. Cartas para mandar. En homenaje a la idea original del arquitecto Amancio Williams.
Año: 2012
Técnica: Impresión sobre papel. Edición 41/100
Nro. de inventario: 2012.12
Donación: Olga Martínez, Buenos Aires, 2012
Fuera de exposición