A mediados de los años 70, Antonio Berni, además de continuar con sus series sobre Juanito Laguna y Ramona Montiel, iniciadas a principios de los 60, comenzó a explorar otros temas, como la mitología popular, en obras como la ambientación Difunta Correa (1976), y, a la vez, la decadencia de la sociedad contemporánea urbana, valiéndose de lo grotesco, la parodia y el kitsch, en piezas como El gran mundo y Las modelos (1975). También, desde principios de los 70, venía realizando una serie de pinturas y dibujos eróticos.
En 1977, el artista viajó a Nueva York y se instaló en el departamento 1009 del mítico Chelsea Hotel, alquilado por el marchand Alfredo Bonino para preparar su próxima serie de obras, que expuso en mayo en Bonino Gallery: Antonio Berni. Paintings, Drawings, Etchings, Collages. The Magic of Everyday Life. Berni mencionó que estaba ahora interesado en “la gran urbe, aspectos de Nueva York que corresponden a Buenos Aires y, en alguna medida, a toda gran ciudad moderna”.1
Nueva York lo impresionó mucho por su empuje, su crecimiento y vitalidad, pero también por la sociedad de consumo y la marginalidad en sus calles. Y, para él, poder albergarse en el Chelsea Hotel fue algo único, pues sabemos que el edificio había sido concebido originalmente para funcionar como una verdadera comunidad socialista. Al inaugurarse, en 1884, su arquitecto, Philip Hubert, reservó departamentos para los obreros de su construcción, electricistas, plomeros, y los rodeó de escritores, músicos, actores. El último piso fue cedido para quince ateliers de artistas. En 1905 fue convertido en hotel de lujo, pero en la posguerra declinó, y volvió a instalarse allí la bohemia artística, con gente como Jackson Pollock, Larry Rivers, etc.
Arthur Miller se mudó al #614 luego de su divorcio de Marilyn Monroe; Bob Dylan escribió Sara en el #211; Janis Joplin hizo felación a Leonard Cohen en la #424; Sid Vicious apuñaló a Nancy Spungen hasta morir en el #100; Arthur C. Clarke escribió 2001: Odisea del espacio; William Burroughs escribió La tercera mente […] En 1966 Andy Warhol filmó partes de Chelsea Girls en el hotel.2
El Chelsea Hotel, a fines de los 60, pasó de un ambiente bohemio al underground, y del tabloide neoyorquino, con las supermodelos de Warhol –como Edie Sedgwick, que incendiaba el departamento una vez al año– a artistas del rock como Bob Dylan y Mick Jagger; Patti Smith se alojó allí con Robert Mapplethorpe, y todos convivían con las puertas abiertas, en comunidad. Pero también era tenebroso, ya que lo habitaban personajes extraños, esquizofrénicos, drogadictos terminales y, en el primer piso, casi exclusivamente prostitutas y proxenetas.
Y las prostitutas –no suena tan mal que haya habido prostitutas–. Pero era su forma de trabajar, en la que tres o cuatro de ellas rentaban un cuarto y se turnaban con sus clientes, cada uno media hora, con lo cual había una fila de gente que no conocías. Mientras una prostituta trabajaba, las otras tenían que estar haciendo tiempo en algún lado, con lo cual iban al baño. Estaban allí horas.3
Ese ambiente del Chelsea Hotel, para Antonio Berni, preocupado con el tema desde 1931, cuando tomó sus primeras fotografías en los burdeles de la calle Pichincha en Rosario, con su amigo Rodolfo Puiggrós, significó poder vivir en ese hábitat –hacer un estudio de campo– y comprobar que, lamentablemente, la marginalidad es común y similar en toda gran urbe.
La obra nos muestra a una mujer joven, voluptuosa, con el torso desnudo, que exhibe sin ningún pudor sus grandes pechos turgentes, pero no deja entrever su pubis. Sentada en la punta de una cama, las piernas cruzadas, con medias y ligas negras, abre una cortina drapeada de color magenta a rayas blancas, y se asoma mirando de reojo, como si invitara a alguien a entrar en su habitación. La composición está dividida verticalmente al medio, con la mujer y el gran cortinado (collage de tela vinílica) a la izquierda; en la otra mitad se observa, de fondo, una ventana con vista nocturna de ciudad. La paleta de la obra es kitsch; las medias negras contrastan con el rosa chicle, con la encarnación saturada, la alfombra color maíz, al igual que el faldón de la cama, y el fondo en azules verdosos.
En esa época, Berni convivía con Silvina Victoria (Sunula), su tercera y última pareja, a quien utilizaba como modelo para sus obras; incluso cortaba sus ropas, lencería y accesorios para vestir a sus mujeres en ciertas piezas de la serie Chelsea Hotel.
Si pensamos a Ramona como un arquetipo de mujer prostituida por la industria y el consumo sexual, esta muchacha rubia sí podría ser una Ramona Montiel, otra “víctima de un desequilibrio antiquísimo dentro de las sociedades de los hombres”.4 Pero Berni había concebido a su personaje en el ámbito del suburbio porteño, quince años atrás, y había cerrado el ciclo en 1976, con su exposición en la galería Imagen, de Buenos Aires, donde también se presentó el libro Berni. Palabra e imagen, una extensa entrevista del periodista José Viñals sobre toda su carrera artística. Las obras que estaba preparando en Nueva York iban en otra dirección muy diferente; muestran situaciones particulares, un tanto melancólicas y sórdidas, que pasan en una gran ciudad. Actúan como fotografías instantáneas de lo cotidiano. Dentro de esta realidad urbana, se encuentra Chelsea Hotel. Con lo cual la mujer rubia ya no sería Ramona, la prostituta porteña, y tampoco una Chelsea Girl, porque ellas eran elegantes y venían de las clases acomodadas; pero tal vez podría ser alguna emigrante latina (es rubia artificial, con cejas y grandes ojos negros) que tiene que subsistir como puede.
Texto de Victoria Giraudo
Notas
1. Berni, Antonio, en La Opinión, Buenos Aires, 5 de marzo de 1977.
2. Rich, Nathaniel, “Where the Walls Still Talk”, Vanity Fair, Estados Unidos, Condé Nast, 8 de octubre de 2013 (http://www.vanityfair.com/culture/2013/10/chelsea-hotel-oral-history).
3. Hamilton, Ed (autor de Legends of the Chelsea Hotel: Living with Artists and Outlaws of New York’s Rebel Mecca), en Rich, Nathaniel, op. cit.
4. Berni, Antonio, “Juanito Laguna”, entrevista con José Viñals (1976), pp. 95-96; reproducido en Pacheco, Marcelo E. (ed), Berni. Escritos y papeles privados, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 1999, p. 59.
Título: Chelsea Hotel
Año: 1977
Técnica: Óleo, tela vinílica y encaje sobre tela
201.5 × 160 cm
Nro. de inventario: 2001.31
Donación: Colección MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires
Fuera de exposición
Arte latinoamericano siglo XX, 2012
MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina
2012
Arte Latinoamericano siglo XX, 2003
MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina
2003