Una piedra golpeó una plancha de vidrio. La quebró y creó grietas. La plancha de vidrio había sido colocada sobre un plano de Buenos Aires. Las quebraduras del golpe marcaron entonces rutas en el mapa, caminos para recorrer la ciudad. Se originó así Buenos Aires Tour, un libro que publicó el artista Jorge Macchi.

Este libro tomó la forma de una caja, dentro de la cual los lectores pueden encontrar una guía de la ciudad y una serie de materiales relacionados con el tour propuesto. Macchi ideó la obra. Fue a cada una de las cuarenta y seis estaciones que marcó a lo largo de las rutas, tomó fotografías y recogió objetos. Contó con la colaboración de la escritora María Negroni, quien redactó los textos, y el compositor Edgardo Rudnitzky, quien grabó sonidos en las estaciones.

El azar determinó solo el inicio de esta obra, para la cual Macchi fijó reglas, tres principios generales, una vez marcadas las rutas por las roturas y el golpe inicial. Primero, en la realización del tour, las manifestaciones visuales, escritas y musicales habrían de permanecer en suspenso, sin permitir que alguna ilustrara las otras. Segundo, el tour se proponía no proveer de información. Tercero, se privilegiarían las expresiones provisionales. Los tres principios desnudan un aspecto provocador de Buenos Aires Tour, descrito por el propio Macchi: “Así la guía se torna un objeto absolutamente ‘inútil’ y torna asimismo inútil la realización del tour por parte de un eventual lector”. Esto es, la obra responde y no responde a la ciudad. Representa hechos que ocurrieron en el área geográfica de Buenos Aires, pero, a la vez, se abre a la memoria, a la creación de rêveries y redes de asociaciones cuya relación con la ciudad podría ser remota o ya nula.

Dentro de la caja, los lectores hallarán un mapa desplegable con los itinerarios. Si bien algunas estaciones se corresponden con atracciones turísticas, otras se ubican en espacios marginales o inhóspitos de la ciudad. Hallarán, además, una guía que desarrolla cada una de las estaciones a través de las imágenes de Macchi y los textos de Negroni, y un CD-ROM con los sonidos de Rudnitzky y los materiales de la guía elaborados digitalmente. Encontrarán, por ejemplo, postales que reproducen fotografías tomadas en la estación Recoleta. Son retratos de cruces del histórico cementerio, con la salvedad de que Macchi no fotografió las cruces, sino sus sombras. Estrictamente, en esas fotografías se ve solo el “fondo” (el muro de una bóveda, el portón de otra bóveda lindera, a veces un pedazo de cielo), mientras la “figura” es pura luz (sombra). El clima de las fotos es extraño, impersonal e íntimo a la vez. Impersonal porque no se sabe a quiénes pertenecen esas cruces, no hay nombres, no hay indicación de sus tumbas. Además, las fotografías reponen una suerte de mirada plana, inmediata, la mirada del registro: las tomas no son totalmente límpidas, hay cierto grano, y no exhiben un rigor de encuadre frío, calculado. La impresión es que cualquiera las hubiera podido tomar, cualquiera que hubiera estado allí en el momento simplemente mirando las sombras, dejando asentada su percepción. Y las fotografías son íntimas porque, si bien quien las tomó, Macchi, registra lo que ve, las imágenes resultantes demandan un giro rápido de la atención de las cruces u objetos en sí hacia la percepción de esos objetos. Formulan entonces preguntas sobre las sensaciones y experiencias que hacen al mundo. Las cruces se distinguen nítidamente en las fotografías aunque no están allí, y desconcierta ver una identidad que no se puede fijar, consustanciada con una sombra, provisional, capturada en un momento que nunca se repetirá. El clima extraño nos obliga a constantes reajustes, nos lleva a reparar en contradicciones. Nada menos que en un espacio destinado a quienes ya no están, Macchi logró expresar presencias a través de su ausencia.

Buenos Aires Tour es un dispositivo intermitente. Enfatiza que cada experiencia es única y se pierde en su propia consumación. Pero luego apaga esa idea para encender otra, la noción de que solo podemos advertir esta dimensión de la experiencia si hay historias conservadas, restos fosilizados que nos permitan cierta recuperación, y así prosigue y repite esta oscilación. Se trata de un centelleo que pone de relieve las complejidades de la experiencia.

Aparte de la guía, el mapa desplegable y las postales, la caja incluye también copias facsimilares de un diccionario escrito a mano, un misal y una carta, una plancha de estampillas y un póster del cielo atravesado por cables cruzados de conexión eléctrica. 

La primera estación que visitó Macchi fue Riachuelo, la última parada en la línea naranja. Se aventuró, junto a Negroni, en una construcción desierta. Encontraron un cuaderno. Era un diccionario inglés-castellano, casero, con cientos de entradas escritas a mano, incluso peculiares notas fonéticas. Macchi decidió incluir en la caja una copia facsimilar del objet trouvé. Las palabras de este diccionario, abigarradas, exudan, en su diligencia desesperada, una experiencia de marginalización. Alguien deseaba tanto salir de su contexto inmediato, ingresar en otro mejor, que intentó aprender inglés –el lenguaje del progreso económico– a través de la redacción de un diccionario bilingüe completo. Las páginas del facsímil, lisas y lustrosas, no lograron encubrir totalmente las manchas de tinta y humedad del original. Estas suciedades bien podrían funcionar como marcas visuales de la pobreza, como indicadores de la profunda crisis que atravesó la Argentina durante el tiempo en que se realizó Buenos Aires Tour (creado entre 1999 y 2003, este “tour” no puede pensarse sin atender al derrumbe argentino). Del cuaderno encontrado al facsímil, el diccionario sufrió una convulsión; cambió su densidad, su volumen y su trasfondo. Estas pérdidas son, también, ganancias simbólicas. Llaman a la creatividad, postula Buenos Aires Tour, creatividad siempre ligada con la insatisfacción ante lo ya dado y acabado, ante la clausura de la interpretación, y abocada al restablecimiento de las posibilidades del sentido.

Frente a Buenos Aires Tour, el lector debe abandonar la certeza de que la ciudad es una sola. La obra propone un tour de descubrimiento de Buenos Aires en el que habría que comenzar por perderse. Por eso es imposible también proponer una interpretación monolítica y conclusiva de esta obra. Es imposible menoscabar su apertura.

Texto de Florencia Malbrán

Buenos Aires Tour, 2004

Ficha técnica

Título: Buenos Aires Tour
Año: 2004
Técnica: Libro de artista compuesto por una guía de la ciudad de Buenos Aires, un mapa desplegable, un póster desplegable, un CD-ROM, un diccionario, un misal, una carta, postales y estampillas
Medidas variables según instalación
Nro. de inventario: 2004.26
Donación: Adquisición gracias al aporte de Irene Hamernik y Miguel Menegazzo Cané, 2004

Fuera de exposición