Las fotografías Árboles de cuadros tienen su origen en una situación de urgencia: las acciones de un grupo de artistas argentinos durante 2003 en apoyo a los obreros desalojados de la empresa textil Brukman.1 En un plaza vecina a la fábrica, ante a la ausencia de muros donde colgar sus obras, los árboles se convertirían en el espacio de exhibición improvisado, una solución espontánea que se generó en la coyuntura de la crisis en la que desde diciembre de 2001 estaba inmersa la Argentina. Muchos años después, Magdalena Jitrik volvería a colgar sus pinturas en árboles durante diversos viajes al interior del país, uno de ellos junto al artista mexicano Rubén Ortiz Torres. Esta vez, la ciudad era remplazada por el campo y la colaboración colectiva en Brukman por un acto solitario al lado del camino. De esos viajes surgen las dos fotografías que pertenecen a la Colección MALBA.
La composición se conforma por una serie de cuadros abstractos realizados por Jitrik, dispuestos en las ramas de un árbol. Inés Katzenstein ha señalado cómo la relación entre estas imágenes y los altares de religiosidad popular habituales a la vera de los caminos podría interpretarse como una alusión al vínculo “soterrado, casi secreto” entre modernismo y folklore.2 No sería casual, entonces, su asociación visual con una de las imágenes paradigmáticas con que se representó lo reprimido durante el siglo XX: el dibujo que Sergei Pankejeff hizo de su propio sueño, aquel que Sigmund Freud relató en el caso del Hombre de los Lobos.
Sin embargo, los Árboles de cuadros tienen también relación con sus trabajos anteriores. En primer lugar, existe cierta afinidad compositiva entre estas fotografías y las piezas que exhibió en su muestra Revueltas - 11 pinturas de Magdalena Jitrik (1997), donde una línea horizontal que atravesaba todas las obras aludía directamente al último encuentro con el artista argentino Roberto Aizenberg antes de su fallecimiento en 1996.3 En segundo lugar, colgar los cuadros en los árboles significaba la reelaboración de uno de los intereses recurrentes a lo largo de su trabajo: la investigación sobre la forma en que los espacios de exhibición modifican el sentido de las obras.
Desde esta perspectiva, existiría una continuidad con la exposición de su pintura Chicago 1886 (1996), dispuesta junto a diversos objetos y documentos anarquistas en la Federación Libertaria Argentina durante el año 2000. Si en aquel momento se trataba de un “Ensayo de museo” que deshacía el fundamento autónomo de la institución por excelencia del arte moderno, en estas piezas se cuestionaba la separación entre naturaleza y cultura que Walter Mignolo ha identificado como característica del proyecto moderno/colonial.4 Las fotografías confrontaban en imagen la acción colonizadora que se fundaba en esta distinción: aquí, la arbórea naturaleza se convierte en el sostén –literal y metafórico– de las obras abstractas, lenguaje característico de la modernidad. Finalmente, desarrollando una estrategia de producción que recupera trabajos anteriores para reelaborarlos, Jitrik realizó una nueva inversión de esta polaridad con la construcción artificial de un árbol conformado por fragmentos de diversos troncos y ramas en su exposición El fin, el principio (2013) en la Universidad Torcuato Di Tella.
Una lectura posible –pertinente a su participación en la Colección MALBA– podría interpretar los Árboles de cuadros dentro del marco de los discursos sobre lo latinoamericano. Desde este punto de vista, las fotografías serían espacios de confluencia entre las diversas perspectivas que monopolizaron las relatos sobre el arte de América Latina hacia el final del siglo XX: el arte político –en su relación con el desalojo obrero–, la abstracción de carácter geométrico –en las pinturas colgantes– y los estereotipos de lo primitivo vinculados a la imagen de una naturaleza virgen. Así, estos “cementerios indios con cuadros de Malevich”,5 como los ha denominado Jitrik, se inscribirían dentro del conjunto de sus obras que ha trabajado sobre la temática latinoamericana, como el dibujo y la pancarta de Los Caciques Lakota, las pinturas con pirámides mexicanas o, incluso, las esculturas de pequeños edificios realizadas en adobe.
Como último aspecto, las fotografías de la Colección MALBA dan cuenta también de otro elemento recurrente en la producción de Jitrik: el interés por registrar sus piezas con tecnologías analógicas –como la fotografía en 35 mm o el soporte fílmico Súper 8– para crear a partir de ese material obras independientes. De este modo, el análisis de los espacios donde las imágenes se exhiben es completado con una explicitación de la condición tecnológica de su reproducción y circulación.
Texto de Agustin Díez Fischer
Notas
1. Durante la crisis de diciembre de 2001, los trabajadores de la fábrica Brukman habían tomado el control de la empresa ante la inminencia de su cierre. Los reiterados intentos de desalojo que sufrirían en los meses siguientes alcanzaron su punto más crítico cuando una violenta represión policial los expulsó de la fábrica, el 18 abril de 2003. Esos hechos generaron un inmediato apoyo de intelectuales y artistas que, entre mayo y junio de ese año, llevaron a cabo el evento multidisciplinario Arte y confección en la plaza ubicada entre las calles Jujuy y México.
2. Katzenstein, Inés, “El Árbol de cuadros de Magdalena Jitrik”, en El fin, el principio (despl. exp.), Buenos Aires, Universidad Torcuato Di Tella, 2013.
3. Véase la ficha correspondiente a la obra Ya decía yo que el miedo es una técnica (1996), en esta misma colección.
4. Mignolo, Walter D., The Darker Side of Western Modernity. Global Futures, Decolonial Options, Durham & London, Duke University Press, 2011.
5. Jitrik, Magdalena, “No empuñar un pincel de no mediar una razón de peso”, en Sur, sur, sur, sur / South, south, south, south. Séptimo Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), Ciudad de México, Patronato de Arte Contemporáneo, 2010, p. 111.
Título: Árbol de cuadros
Año: 2010
Técnica: Copia C digital sobre papel. Edición de 5
30 × 40 cm
Nro. de inventario: 2010.33
Donación: Aporte anónimo, 2010
Fuera de exposición