Este cuadro de gran formato aparece reproducido, como Yo no soy buena moza, en el catálogo del Premio Instituto Torcuato Di Tella de 1963,1 exhibición con la que se inauguró la célebre sede de la calle Florida 936 del Centro de Artes Visuales de ese instituto. Al año siguiente la pintura se mostró –como nº 453253– en la primera exposición individual del artista en París: Antonio Seguí. Peinture à responsabilité limitée [Pintura de responsabilidad limitada, 1964], realizada en las galerías Jeanne Bucher y Claude Bernard. En este sentido, junto con Autorretrato de las vocaciones frustradas (adquirido por el Instituto Torcuato Di Tella en 1963,2 hoy en la colección del Museo Nacional de Bellas Artes), ésta resulta una pieza clave en la trayectoria de Seguí, tanto por el giro que implicó en su pintura como por el lugar que ocupó en su inserción en el mercado de arte y en el desarrollo de su carrera profesional.
Luego de vivir en México entre 1958 y 1960, Seguí había probado suerte en Buenos Aires, sin llegar a sentirse cómodo. En 1963, poco después de participar del Premio Di Tella, viajó a París junto con la bailarina Graciela Martínez (quien había obtenido una beca del gobierno francés), llevando unas cuarenta telas enrolladas,3 entre las cuales, con toda probabilidad, se encontraba Yo no soy buena moza. Apenas llegado, instalado por un tiempo en el taller parisino de Antonio Berni, Seguí expuso en la Bienal de París de 1963 y vendió 13 de las 15 pinturas de la serie Felicitas Nahón4 que había exhibido en la galería Lirolay de Buenos Aires en 1962. La exposición individual de 1964, antes mencionada, también parece haber tenido muy buen resultado comercial; una nota sobre los argentinos de París de la revista Confirmado acompañaba la fotografía del artista con el siguiente epígrafe: “Pintor Seguí: 26 cuadros vendidos en la primera exposición, y un contrato para la producción anual de 70 cuadros”.5 El mismo Seguí afirma que los 60 fueron años de bonanza y diversión; en el taller de las afueras de París que compartió desde 1964 con otros dos artistas argentinos –Lea Lublin y Rómulo Macció– organizaban asados y fiestas.6 En efecto, la Ciudad Luz representaba una oportunidad de profesionalizarse, de ganarse la vida con la propia producción artística en un mercado muy competitivo pero decididamente más amplio que el local. Y de los artistas argentinos que probaron suerte en París por esos años, Seguí fue tal vez quien obtuvo reconocimiento y ventas con mayor rapidez.
Si bien hacia 1962 ya se había alejado de una abstracción lírica de tonos terrosos, con obras como ésta definió una serie de cambios que lo vincularon con las nuevas figuraciones: sin abandonar las marcas de factura, los chorreados y las veladuras negras del betún de Judea, aclaró su paleta, aligeró la carga matérica, delineó las formas con mayor nitidez e incorporó letras, números, flechas y tachados a sus motivos. A la vez, puso en obra una mirada risueña (o un comentario irónico) a partir de la representación de personajes cómicos o grotescos, y también de juegos de palabras entre el título y la imagen.
Tal parece ser el caso de esta pintura. El título refiere a una canción infantil muy conocida en la Argentina, por lo menos hasta los años 70, cuya letra dice: “Yo no soy buena moza, ni lo quiero ser; porque las buenas mozas se echan a perder”. Si consideramos que el cuadro nos muestra, repetido ocho veces, el rostro fotografiado de Seguí con su bigote tupido, la referencia a la belleza femenina resulta cómica. El artista intervino su propia imagen –una fotografía impresa sobre papeles rectangulares adheridos en diversas posiciones sobre la tela– agregando tanto peinados y vestimentas, con pinceladas rápidas, como inscripciones, por medio de plantillas: arriba y a la izquierda, su apellido; la palabra “NO”, repetida en torno de un Seguí de frondoso pelo oscuro y tachado con una gran equis color rojo; y el número 453253, repetido dos veces, una de ellas en la esquina inferior izquierda, asociado a otro Seguí de pelo “rubio” (amarillo, en verdad) que viste una remera a rayas verticales.
Aldo Pellegrini interpretó estos autorretratos (éste es el tercer título con el que se conoce esta obra) en clave irónica: “Seguí juega burlonamente con el narcisismo del artista, multiplicando su imagen siempre igual en la tela, de modo que llegan a anularse los rasgos personales para dar paso a una oscura obsesión de rostro multitudinario”.7 En efecto, el cuadro no da cuenta de atributos personales o de una profundidad psicológica que nos permitirían conocer al artista, sino que despliega versiones diferentes, desjerarquizadas y juguetonas del retratado en el momento en que se posicionaba como un artista reconocido. Una firma reconocible, aunque paradójicamente su “SEGUI” tuviera el aspecto estandarizado que le daba el uso de una plantilla de fabricación industrial.
Texto de Isabel Plante
Notas
1. El catálogo reproduce Yo no soy buena moza, pero en la lista de cinco obras de Seguí figura otra pintura de la serie: Autorretrato de vocaciones frustradas, que fue adquirida ese mismo año por el Instituto Torcuato Di Tella. Figuran, además, Mi lección de anatomía, El presidente, Réquiem para un soldado y El hombre que vio la partera. “Antonio Seguí”, en Premio Internacional de Pintura Instituto Torcuato Di Tella 1963, Buenos Aires, Centro de Artes Visuales, 12 de agosto - 8 de septiembre de 1963, p. 60. Los archivos del CAV-ITDT no conservan fotografías de la muestra.
2. Esta venta le permitió a Seguí planificar ese viaje. Zito Lema, Vicente, “Antonio Seguí. Las tribulaciones de un cordobés que triunfa en París”, El Cronista, 20 de septiembre de 1975, pp. 1-2.
3. “Antonio Seguí. Reportaje de Mona Moncalvillo”, Humor, nº 136, 27 de septiembre de 1984, p. 51.
4. Carta de Antonio Seguí a Edward Shaw, 16 de noviembre de 1963, en “Cronología”, Antonio Seguí. Exposición retrospectiva 1958-1990, Buenos Aires, MNBA, 1991, p. 158. En el catálogo solo figuran cuatro óleos del artista. Troisième Biennale de Paris, Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris, 1963, pp. 22-23.
5. “Argentinos en París”, Confirmado, nº 1, 7 de mayo de 1965, p. 26.
6. Alquilaron el garaje de una casona en Arcueil, localidad en los alrededores de París. Macció había ganado el premio internacional del certamen del Instituto Torcuato Di Tella de 1963, 3.000 dólares que seguramente contribuyeron a costear el viaje a París.
7. Pellegrini, Aldo, en “Antonio Seguí”, Premio Internacional de Pintura Instituto Torcuato De Tella 1963, Buenos Aires, Centro de Artes Visuales, 12 de agosto - 8 de septiembre de 1963, p. 60.
Título: Yo no soy buena moza
Año: 1963
Técnica: Óleo, esmalte sintético, betún de Judea y collage, sobre tela
180 x 300 cm
Nro. de inventario: 2001.148
Donación: Eduardo F. Costantini, Buenos Aires
Fuera de exposición