El Taller Popular de Serigrafía (TPS)1 fue un colectivo de activismo artístico nacido al calor de la revuelta social que estalló en la Argentina el 19 y 20 de diciembre de 2001, y que inició un período signado por un clima de inédita inestabilidad institucional y continua agitación callejera, así como por la emergencia de lo que se dio en llamar “nuevos protagonismos sociales”. En febrero de 2002, dos participantes de la asamblea popular del barrio porteño de San Telmo, los artistas Mariela Scafati y Diego Posadas, propusieron producir serigrafías para difundir las actividades de la asamblea y enseñar a otros esta técnica como alternativa laboral. Así nació el grupo, al que se sumaron muy pronto Magdalena Jitrik y otros artistas. Se volcaron a producir serigrafías en contextos de protesta, montando el taller en medio de marchas, actos y otras convocatorias. De manera casual pasaron a estampar –además de papeles– sobre las prendas de vestir de los manifestantes (camisetas, pero también buzos, pañuelos y luego banderas) en los actos del movimiento piquetero, sindical, estudiantil, de derechos humanos, de fábricas recuperadas, etc.

El TPS se propuso “proveer a la lucha una imagen que identifique el momento y el lugar donde la protesta se desarrolla”, buscando dar cuenta del “estado de ánimo político” de cada coyuntura. Para ello, desarrolló una metodología específica de producción colectiva: los integrantes (que fueron variando a lo largo de los años) se reunían en una instancia que llamaban “dibujazo”, para proponer diversas posibilidades de intervención gráfica ante determinado acontecimiento. Entre las propuestas elaboradas, se consensuaba un repertorio específico, que se serigrafiaba instalando in situ un taller de impresión. 

En la práctica del TPS no puede escindirse el resultado (papeles y ropas serigrafiados) de la acción misma de estampar, que el grupo denominaba “imprimata”. La dimensión performática (la disposición de los cuerpos de artistas y manifestantes intercambiando en el espacio público) y la socialización de un saber específico como herramienta de visualidad política son dimensiones cruciales de su modo de hacer.

Resultado de esta modalidad de producción asamblearia y de las demandas concretas que las organizaciones sociales planteaban al grupo, las estampas que produjo el TPS (que integran imagen y consigna, y muchas veces son textos dibujados) resultan heterogéneas en sus estilos y resonancias (desde la vanguardia rusa y el conceptualismo argentino hasta el realismo social). Como el mismo colectivo explica: 

El TPS tomó de ese clima autogestivo la estructura horizontal, y la posibilidad de pensamientos múltiples, desarrollando una práctica que buscó crear condiciones propias de actuación, un tiempo para el propio pensamiento, y una invención donde la imagen pudiera ser el soporte material de problemas donde queríamos intervenir.2

Cuando en 2005, luego de tres años de intenso trabajo autogestionado, ya existía un volumen importante de imágenes del TPS, y ante la demanda de amigos y activistas (y, más tarde, de instituciones artísticas, curadores, coleccionistas), decidieron producir una primera publicación que les permitiera, con su venta, reunir recursos para seguir trabajando (los gastos del grupo se sustentaban con aportes de sus integrantes y trabajo voluntario). La primera versión tuvo la forma de un libro artesanal, cosido por Silvina D’Alessandro, con una tirada de 20 ejemplares. Luego, optaron por las cajas de cartón, de las que hicieron al menos cuatro versiones (con una tirada total aproximada de cien ejemplares). La caja, de cartón gris y también serigrafiada, está compuesta por una selección –entre la vasta producción del TPS– de estampas impresas en papeles de distintos colores, gramajes y formatos, antecedidas por dos láminas que funcionan a manera de índice (una en castellano, la otra en inglés). El índice, parte clave de la pieza, presenta al pie de la miniatura de cada imagen un breve epígrafe con la fecha y el contexto (determinado conflicto, movilización o campaña) en el que se imprimió. La primera caja, fechada en abril de 2005, contuvo 37 serigrafías. La segunda, de agosto de ese año, agregó 3 más. La tercera (sin fecha) incluyó 52 serigrafías. La cuarta versión de la caja (que es la que tiene MALBA) rectifica en el título el período comprendido (Trabajos 2002-2006), y su índice suma algunos nuevos trabajos, llegando a un total de 68 imágenes (aunque esta caja en particular solo contenga 59 serigrafías). 

También, en busca de que el precio fuese accesible para los amigos, circuló una selección mucho más acotada de imágenes: unos diez hits del grupo, contenidos en sobres de cartón serigrafiados.

El libro, las diversas versiones de las cajas y los sobres habilitaron que las imágenes del TPS se pudieran ver en simultáneo, tanto en secuencia cronológica como por agrupaciones temáticas (por ejemplo, la campaña por las seis horas de trabajo o la masacre de Avellaneda).

El criterio de edición de las imágenes a incluir en cada uno de estos soportes dependió hasta de la contingencia de que se hubiera conservado el chablón o de que existieran impresiones disponibles. En cada nueva edición, se iban incorporando nuevas producciones del grupo. Las serigrafías no llevan firma ni número ni fecha, y libros, cajas y sobres tampoco están numerados (rompiendo adrede con la convención de la circulación de obra múltiple en el mercado del arte). No tenían un precio fijo, y podían entregarse de manera gratuita o fijando un valor de acuerdo con el potencial comprador (se acordó venderlos en Europa al doble del precio latinoamericano).

Si bien el TPS se disolvió en 2007, sus integrantes conservan 80 chablones como archivo, que usan al intervenir en exposiciones, ediciones y, especialmente, para reactivar la historia del grupo al conectarla con prácticas activistas actuales. En 2016, la Colectiva Lohanna Berkins desempolvó el viejo chablón del TPS que homenajeaba a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, piqueteros asesinados en la masacre de Avellaneda en 2002, para combinarlo con el reclamo por Diana Sacayán, militante trans asesinada en 2015. 

Texto de Ana Longoni

 

1. El Taller Popular de Serigrafía existió como grupo entre 2002 y 2007. Estuvo integrado por Diego Posadas, Mariela Scafati, Magdalena Jitrik, Omar Lang, Karina Granieri, Carolina Katz, Verónica Di Toro, Leo Rocco, Pablo Rosales, Christian Wloch, Julia Masvernat, Juana Neumann, Guillermo Ueno, Catalina León, Horacio Abram Luján, Daniel Sanjurjo y Hernán Dupraz. Esta lista de integrantes es la consensuada dentro del grupo, y recupera participaciones de índoles distintas. A partir del núcleo fundacional (Posadas, Scafati y Jitrik), se fueron sumando otros participantes persistentes o esporádicos. Muchas personas intervinieron eventualmente en las “imprimatas”. Se definió como integrantes solo a quienes participaron de las reuniones previas en las que se definían las imágenes a imprimir (llamadas “dibujazos”). Agradezco las conversaciones con Magdalena Jitrik, Mariela Scafati, Carolina Katz, Karina Granieri y Diego Posadas, quienes fueron consultados para la escritura de esta ficha.

2. Granieri, Karina y Katz, Carolina (eds.), Taller Popular de Serigrafía (2002-2007), cuadernillo, 2010, p. 4 (consultado en 2016 en https://es.scribd.com/document/39629965/Publicacion-TPS-Parte-1).

Trabajos 2002-2006. Edición en proceso, 2006

Ficha técnica

Título: Trabajos 2002-2006. Edición en proceso
Año: 2006
Técnica: Serigrafías sobre papel o cartón
Medidas variables
Nro. de inventario: 2006.24
Donación: Adquisición gracias al aporte de Antonio Lanusse, Buenos Aires, 2006

Fuera de exposición

Exposiciones

Adquisiciones, donaciones y comodatos, MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires, diciembre de 2006 a febrero de 2007.

Bibliografía