En julio de 1997, la artista argentina Magdalena Jitrik presentó en el Centro Cultural Borges una serie de pinturas abstractas cuyos títulos referían a distintas protestas y levantamientos armados ocurridos a lo largo de los siglos XIX y XX. Esa muestra, que llevó por título Revueltas - 11 pinturas de Magdalena Jitrik, incluyó también tres piezas con nombres tomados de los editoriales que Albert Camus había publicado en el periódico Combat en 1946: Ya decía yo que el miedo es una técnica (1996) era, junto a O la utopía o la guerra (1996) y La historia corre mientras el espíritu medita (1996), una de esas tres obras.1 

Luego de cinco años sin exponer de forma individual en un espacio de arte, Jitrik dedicó su muestra Revueltas… al político anarquista Enrique Palazzo y al pintor argentino Roberto Aizenberg. En Ya decía yo… esas dos referencias se identifican, por un lado, en el color rojo utilizado en alusión a las banderas anarquistas y, por otro, en la línea de horizonte que atraviesa el cuadro, mención directa al último encuentro que Jitrik tuvo con el artista argentino antes de que éste falleciera en 1996. Esa línea que dividía dos planos de color dentro de la pintura se continuaba a lo largo de todas las piezas exhibidas, estableciendo una relación entre el episodio más antiguo que se mencionaba en los títulos, la huelga anarquista en Chicago en 1886, y el más reciente, la toma de la embajada de Japón en Lima por el movimiento Tupac Amaru en 1997.

Superpuesta a esta división horizontal, se observa en el cuadro una figura de perímetro redondeado que cubre gran parte de la pintura. Esa “mancha negra” se convertiría en su obra en un leitmotiv para referir a los movimientos de resistencia política. Ese mismo año, por ejemplo, la artista propondría una gran piedra flotante sobre el río de la Plata como monumento a las víctimas del terrorismo de Estado: enfrentar las leyes físicas en la flotación de la pesada estructura era una manera alegórica de aludir a la memoria como forma de resistencia ante las leyes de impunidad que impedían juzgar a los responsables de la dictadura militar argentina (1976-1983). 

Finalmente, la pintura incluye una estructura en el primer plano que completa la composición de tres estratos o capas que caracteriza a la mayoría de las obras que participaron en la exposición. Esta figura resume las dos tradiciones entre las que se dirimía la muestra: por un lado, presenta un carácter surrealista en su similitud con ciertas figuras realizadas por Salvador Dalí y, por otro, se acerca a las representaciones de máquinas presentes en el futurismo y otras vanguardias de comienzos del siglo XX en el uso que se observa de facetamientos de color hacia sus bordes exteriores. 

Las obras exhibidas en Revueltas… participan de un momento clave dentro de la producción artística de Jitrik, que permite identificar también transformaciones que se estaban dando en el campo artístico. Desde el punto de vista personal, significó la consecución de un proceso que la artista había iniciado el año anterior con la presentación de su serie Manifiesto (1996), en la exposición Juego de damas. En esa ocasión, Jitrik había decidido renombrar sus pinturas con proclamas anarquistas que había recuperado durante los estudios que, desde 1995, realizaba en la Federación Libertaria Argentina. En el marco del modelo neoliberal establecido en la Argentina en los años 90, aludir a las ideas de libertad promovidas por el anarquismo era una forma de cuestionar un estado de la política y el arte donde los postulados libertarios eran considerados anacrónicos y utópicos. 

No era la primera vez, sin embargo, que su pintura se asociaba a sucesos específicos de la historia. En sus obras más tempranas, con un lenguaje todavía de raíz neoexpresionista, se podían identificar referencias al terremoto en la Ciudad de México (donde había vivido hasta 1987, luego de exiliarse junto a su familia), a los desaparecidos durante la dictadura militar o a la difusión mediática de la Operación “Tormenta del Desierto” durante Guerra del Golfo, entre 1990 y 1991. En los primeros años de esa década, mientras Jitrik participaba de la beca de formación Antorchas con el pintor argentino Guillermo Kuitca y se desempeñaba como cocuradora en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, sus imágenes adquirirían un perfil más claramente abstracto y las referencias concretas a procesos históricos se diluirían en obras mencionadas con lacónicos “Sin título”. 

Pero las piezas de Revueltas… no solo se vinculaban a su producción más temprana, sino que también presagiaban la relación entre movimientos sociales y práctica artística que sería característica durante la crisis que precipitó la renuncia del presidente argentino Fernando de la Rúa en diciembre de 2001. La exposición en el Borges permite pensar la relación entre ambas escenas –aquella de los años 90 y la que se generó a partir de la crisis– no como una oposición binaria, sino como una interrelación compleja de procesos artísticos y políticos que se fueron desarrollando a lo largo de los años. 

Texto de Agustín Diez Fischer

 

Notas

1. Junto a esas tres obras, los levantamientos políticos y protestas sociales eran mencionados en los títulos con la ciudad y el año; por ejemplo, Chicago 1886, Kronstadt 1921 o México 1910. Los textos de Camus habían sido publicados en Buenos Aires por la editorial anarquista Reconstruir en 1954.

Ya decía yo que el miedo es una técnica, 1996

Data sheet

Title: Ya decía yo que el miedo es una técnica
Year: 1996
Technique: Óleo sobre tela
Sin Marco: 110 × 172 cm
Inventary Number: 2011.06
Donation: Adquisición gracias al aporte de Fundación Eduardo F. Costantini, Buenos Aires, 2011

Fuera de exposición

Exhibitions

Adquisiciones, donaciones y comodatos 2012
MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina
2012