A través de esta obra, Pettoruti exploró nuevas formas de expresión plástica. La ciudad de Vallombrosa, situada en el corazón de frondosos bosques que se extienden en la región de Toscana, fue un marco propicio para investigar el problema de la representación de una luz autónoma de lo real, un tópico central en su poética.

La estructura del espacio interior de la tela se organiza mediante fuertes líneas oblicuas, que suplen la pérdida de profundidad espacial requerida para la abstracción del natural. La condensación de la luz en planos claros de color puro que se destacan sobre un fondo ocre oscuro genera el efecto visual de imagen quebrada, recompuesta y observada como en un espejo, perceptiblemente desajustada. Ella cobra cohesión mediante la superposición de planos curvos, alusiones lejanas al espesor de la vegetación.

Este alfabeto plástico abstracto fue fruto de una serie de desarrollos personales que Pettoruti inició a poco de llegar a Italia, en 1913, en plan de estudios formales, gracias a una beca del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. En los primeros tiempos el artista se instaló en Florencia y asistió a diversos cursos que se dictaban en las academias, pero no quedaba satisfecho. Le produjeron, en cambio, un fuerte impacto los debates y críticas a la tradición artística que los artistas e intelectuales futuristas proclamaban desde las páginas de la revista Lacerba, hallada en la librería y galería de Ferrante Gonnelli. Los futuristas instaban a transformar la actividad artística y a incorporar en ella el dinamismo propio de los tiempos modernos. Su visita a la Esposizione Futurista Lacerba, el análisis cuidadoso de las obras allí exhibidas y el encuentro con Filippo Marinetti, autor del Manifiesto futurista, así como con los artistas Boccioni, Carrà y Russolo, e intelectuales como Papini y Soffici, lo ayudaron a sumergirse de lleno en las discusiones sobre la modernización de los lenguajes artísticos.

Este contexto lo dispuso a la creación de un lenguaje moderno propio, manteniendo siempre una actitud crítica y abierta. Así, no aceptó el dogmatismo de esta vanguardia en ciertos aspectos, como la instancia a romper completamente con la tradición artística clásica italiana. Por el contrario, aprovechó desde su llegada a Florencia la educación no formal que le brindaban los numerosos reservorios de obras de arte en la ciudad –conventos, iglesias, museos–, y alternó su trabajo en el taller con la dedicación al estudio de la pintura italiana del Trecento, el Renacimiento y el manierismo. Se sentaba frente a las obras de los artistas del temprano Renacimiento –Fra Angelico, entre ellos– y reproducía en sus bocetos no solo copias de los cuadros, sino también su distribución cromática, procurando alcanzar la perfección de la armonía tonal. Esta particular búsqueda de relaciones armónicas mediante un vocabulario abstracto hizo que los críticos lo definieran como “un clásico en la vanguardia”. Vallombrosa se destaca precisamente entre las piezas tempranas del artista por su distribución calculada, armónica, de verdes, ocres, amarillos y celestes –claves cromáticas para representar el follaje, la madera, la luz solar y el cielo recortado entre planos–, que abstrae plásticamente la interpenetración real entre color y luz.

La pieza en la colección de Malba tuvo dos versiones preparatorias que plantean similar estructura compositiva: una lleva actualmente el mismo título, pero es de menores dimensiones y fue ejecutada en óleo sobre cartón, material que el autor solía llevar consigo para realizar sus estudios al natural. Este estudio preparatorio pertenece a la Fundación Pettoruti. En la primera muestra individual que el artista tuvo en 1916, en la galería Gonnelli, fue expuesta bajo el título Foresta. El otro estudio, también exhibido en la galería florentina, fue hecho en témpera sobre cartón y llevaba el título Paesaggio verde (paradero desconocido).1 Es probable que Pettoruti haya pintado estos dos estudios preparatorios sobre cartón buscando abstraer los efectos lumínicos en distintos momentos del día y el atardecer,2 y optado finalmente por esta última versión para su transferencia a la tela. De acuerdo con los registros del archivo personal del artista, el óleo fue expuesto en una exhibición individual en la Casa d’Arte Bragaglia, en Roma, en 1922. Esta galería era dirigida por Anton Giulio Bragaglia, director también del Teatro Sperimentale y de la revista Cronache d’Attualità. En la redacción de ésta Pettoruti entró en relación con los intelectuales y artistas más comprometidos con el modernismo en la escena cultural de Roma, donde residió desde fines de 1916 hasta mediados de 1917. Le interesaba en particular el ambiente favorable a las nuevas tendencias estéticas promovido por publicaciones de vanguardia como la ya citada Cronache y Valori Plastici, que acompañaban desde la crítica las poéticas renovadoras. Si bien resultaba muy difícil, de acuerdo con su propio relato, exponer obras de avanzada, su buena integración al ambiente artístico romano le permitió la exhibición de este tipo de piezas y una recepción ampliamente valorada en la escena contemporánea.

Texto de Fabiana Serviddio

 

Notas

1. Cf. el catálogo Esposizione Emilio Pettoruti, Firenze, Galleria Gonnelli, julio de 1916 (Fundación Espigas / Fundación Pettoruti), en donde se especifican las técnicas de cada uno de los estudios exhibidos, y ninguno era un óleo sobre tela, como la pieza de Malba. Ello coincide, además, con las afirmaciones del artista con respecto a las versiones preparatorias de Vallombrosa en su autobiografía. Cf. Pettoruti, Emilio, Un pintor ante el espejo, Buenos Aires, Solar / Hachette, 1968, especialmente pp. 69, 80 y 103.

2. Artundo, Patricia M., “Otros papeles de trabajo. Pettoruti y el arte abstracto”, en Pettoruti y el arte abstracto. 1914–1949 (cat. exp.), Buenos Aires, Malba - Fundación Costantini, 2011, p. 15.

Vallombrosa, 1916

Data sheet

Title: Vallombrosa
Year: 1916
Technique: Óleo sobre tela
50,5 x 40 cm
Inventary Number: 1999.03
Donation: Eduardo F. Costantini, Buenos Aires

Fuera de exposición

Bibliography