Encuentros de líneas en el espacio o Curvas y líneas es un temprano ejemplo del arte concreto que pone de manifiesto la aparición de una estética autónoma y transgresora. Pasaría bastante tiempo hasta que las transgresiones vanguardistas recibieran la aceptación de la “institución arte”. La enorme libertad del artista que hoy se hace sentir en todas partes del mundo encontró sin duda en Latinoamérica un brillante comienzo con la Asociación Arte Concreto-Invención, de la que Enio Iommi fue fundador. Visto con la perspectiva del tiempo, se siente cada vez más la importancia del accionar desprejuiciado de sus miembros.
Consecuente con la formación obtenida como escultor en el taller de su padre y con la influencia de un tío materno, Godofredo Iommi, y de su hermano Claudio Girola, Enio Iommi reaccionó contra un tipo de arte ilusionista, conformista, muchas veces decorativo y de fácil inserción en el mercado.
Se suele dividir su producción en dos grandes momentos; uno cubre el período 1945-1977 y el otro se inicia en ese año y se extiende hasta el momento de su muerte. Llevando el reduccionismo al extremo, podríamos decir que si el primero tuvo en cuenta el estilo, en el segundo estalló el grito, como consecuencia de la necesidad de dar testimonio de la situación de violencia promovida por las dictaduras militares que se instalaron en los 70 en la Argentina y en otros países de Latinoamérica.
Se podría pensar que Iommi fue revolucionario en la segunda etapa de su obra; sin embargo, también lo fue en la primera. Si los jóvenes artistas de distintas generaciones se sintieron representados por él, si lo vieron como un par y un modelo de conducta, es precisamente porque supo contagiarse de la temperatura del presente cambiante. Quienes lo conocieron saben que nunca fue complaciente, ni consigo mismo ni con los demás. Siendo uno de los principales representantes de la abstracción en la Argentina, no tuvo reparos en quebrar la imagen propia para ingresar en una variante de figuración crítica, en extremo corrosiva.
La ruptura del canon de la “buena forma” y la negación del concepto escultórico de masa o volumen en obras como Encuentro de líneas en el espacio o Curvas y líneas es solo uno de los tantos ejemplos de una producción que, en su momento, sacudió e incomodó. Al igual que en Línea y volumen (1948, Malba), yuxtapone rectas y curvas, pero, en contraste con otras obras del período, produce una articulación “narrativa” donde se suceden tres momentos diferentes en los que las líneas “actúan” como protagonistas apoyadas sobre tres soportes. Un ordenamiento secuencial o temporal transgrede la espacialidad tradicional –“puntual”– de la escultura.
Nelly Perazzo, una de las primeras críticas de arte que profundizó el estudio del arte concreto en la Argentina,1 sostiene a propósito de Enio Iommi:
La transgresión ha sido en última instancia la esencia viva de su trabajo. Años atrás, en varios escritos míos sobre su obra, opuse su período concretista a su último período, vinculado a una cierta visión iconoclasta, como dos pares polares que podían tener correspondencias analógicas con los avatares que les tocó vivir y el metamensaje implícito.
Si nosotros hacemos una lectura referida a lo inmediato calificaremos de transgresora su última etapa con su conflictiva imagen de un mundo en deterioro, en oposición a la imagen ideal del vanguardismo utópico de la primera mitad del siglo, esperanzado y progresista.
Pero en lo profundo, Iommi ha sido transgresor en su primera etapa tanto o más que en la segunda.2
La transgresión operada por Iommi en los años 70 tuvo un precedente notable en las muestras de la Asociación Arte Concreto-Invención, ya que lo que hoy nos parece bello y armonioso en su momento fue radicalmente cuestionado. Ellas dieron lugar a duras confrontaciones que excedían el plano de lo verbal, llegándose a la lucha cuerpo a cuerpo. Sorprende la dura reacción cuando, en nuestros días, aquello que se rechaza solo admite la fría condena de la indiferencia. Valga recordar el origen latino de la mayor parte de los artistas de la Asociación y el contexto conservador donde únicamente unos pocos luchaban por los ideales progresistas de la modernidad.
Era tanta la animosidad existente en el ámbito de los academicistas y sus amigos de la prensa, que solían escasear en las críticas los conceptos estéticos y abun- daban, en cambio, la burla y el sarcasmo.
Agrega Arturo Lozza:
Varias obras expuestas fueron dañadas con rayaduras que representaban grotescamente huevos fritos, un barrilete o un carro con ruedas. Artistas y público se trenzaban en ardorosas polémicas y, como si no bastara con las obras, en la misma sala de exposiciones se realizó un concierto de música atonal bajo la batuta de Juan Carlos Paz: con los primeros acordes, la mayoría de los oyentes abandonó el lugar presuroso y molesto.3
Fueron muy pocos los críticos que –como Romero Brest, Córdova Iturburu, Romualdo Brughetti, Aldo Pellegrini o Ignacio Pirovano– entendieron y defendieron el paradigma concretista que inauguraba, sin duda, uno de los capítulos más novedosos de la vanguardia latinoamericana.
Texto de Elena Oliveras
Notas
1. Perazzo, Nelly, El arte concreto en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones de Arte Gaglianone, 1983.
2. Perazzo, Nelly, en Iommi. “Desde la escultura concreta hasta mi libertad” (cat. exp.), Buenos Aires, Fundación Banco Mercantil Argentino, 1991.
3. Lozza, Arturo, Cómo Raúl Lozza navegó contra la corriente y descubrió el arte concreto, Buenos Aires, Tropea, 2010, p. 192.
Title: Encuentros de líneas en el espacio
Year: 1946
Technique: Bronce y madera pintada
58 x 76 x 36 cm
Inventary Number: 2001.100
Donation: Eduardo F. Costantini, Buenos Aires
En exposición
La Colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina
1996