La artista visual y escritora Fernanda Laguna bordó la obra textil Dos gatos muy locos en 2003. Laguna había explorado motivos animales y, en particular, la figura del gato con anterioridad, como, por ejemplo, en Amor rosado (1999, colección privada, Buenos Aires) y No es otro más (2001, Colección Banco Supervielle, Buenos Aires). Sobre un fondo de globos de colores y corazones, Dos gatos muy locos presenta la figura de un par de gatos negros que, con cuerpos circulares, colas protuberantes y muñones en vez de patas, remiten a las estereotípicas representaciones infantiles de animales y al mundo de los dibujos animados.
La obra visual de Laguna adopta a menudo estilos y temáticas naïfs que, imbricados con el humor, recuperan universos infantiles al tiempo que refieren a vínculos interpersonales amorosos. En este sentido, cabe mencionar que el cruce de lo infantil con sexualidades y sensibilidades queer se manifiesta con particular insistencia en la materialidad, visualidad e historias narradas en los folletines literarios de la artista publicados por Belleza y Felicidad (ByF), la editorial y galería de arte underground fundada por Laguna junto con la poeta Cecilia Pavón en 1999.1 La relevancia de lo “queer infantil” en la obra de Laguna se remonta a la estética gay de un grupo de artistas que, desde fines de los años 80 y durante la década del 90, expusieron su trabajo en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires. La producción de Laguna dialoga, por ejemplo, con la obra de Marcelo Pombo, quien recurre con frecuencia a figuras del reino animal y vegetal, así como a formas geométricas y antropomórficas.
Si, por un lado, el motivo particular del gato y la pareja de gatos evoca la domesticidad del vínculo animal-humano, en la obra de Laguna suele a la vez asociarse con la insistente representación de historias sentimentales. En esta línea, en la sección superior de Dos gatos muy locos puede leerse la frase “vos y yo”, que, bordada en blanco, interpela potencialmente al espectador mediante el uso del deíctico en segunda persona “vos”. La interpenetración de lo verbal y lo visual, en extremo frecuente y productiva en el trabajo de Laguna, funciona aquí mediante la evocación de la tradición literaria del apóstrofe (la estrategia lingüística de dirigirse directamente a un interlocutor presente o ausente) dentro del espacio de la pintura. La frase “vos y yo”, que emerge reiteradamente en la labor de Laguna, vuelve al espectador parte de la obra al tiempo que refiere a una sensibilidad romántica y sentimental. Mientras que otras producciones de la artista, como Abstracción abundante: Perro (1999, MALBA, Buenos Aires), se enfocan en explorar la relación de la pieza con el mundo exterior y cotidiano, Dos gatos muy locos recrea y remite de manera directa a un vínculo interpersonal. Esto se relaciona con la forma en que Laguna comprende el arte: como un lenguaje de comunicación más que como un código cerrado y autónomo. Al mismo tiempo, podemos leer en sus obras visuales y literarias complejas configuraciones de sentimientos. En esta línea, Laguna señala: “Cuando incluyo frases en los cuadros es porque estoy muy enamorada, destrozada… todas las frases en mis cuadros son de amor”.2
En el caso de Dos gatos muy locos, la relación de la pieza con lo afectivo puede comprenderse de manera más acabada si nos detenemos en la historia de su creación. En 1999 Laguna produjo un acrílico sobre tela titulado Dos gatos muy locos, que fue vendido años más tarde. Ante la ausencia del cuadro original en su colección personal, la artista decide recrear la pintura preservando sus características compositivas, tamaño y energía, aunque esta vez en forma de obra textil, con el fin de tenerla nuevamente cerca de ella. De esta forma, el bordado Dos gatos muy locos revela y materializa su apego a la pieza original. En referencia a esto, Laguna señala:
"Desde siempre guardo mis obras en una caja, una arriba de la otra… las hago para mí, no para exhibir. Cuando me las compró MALBA yo llevé la caja y eligieron los cuadros de ahí… Se trata de construir un mundo personal, de tener conmigo todas las cosas que me gustan. Me encariñaba más con las obras que no exponía porque me iban quedando para mí… Hacer los cuadros, tan diferentes unos a otros, y llegar a extremos me marcaba mis límites, para dónde ir, quién soy… si faltaban esas cosas me parecía que algo faltaba en mí".3
En el caso de Dos gatos muy locos, el vínculo de la artista con la obra se manifiesta a la vez en su elección de recrear el acrílico original en formato textil. Mediante la técnica artesanal del bordado se recupera la tradición femenina de las manualidades y el craft, que remite al mismo tiempo a la producción e intercambio de objetos textiles con usos concretos como brindar abrigo. En este caso el recurso textil suaviza los contornos de los animales y objetos que pueblan la pintura original, volviéndose incluso dificultoso identificar algunos de sus referentes, como el farol negro que se alza sobre la cabeza del gato en el ángulo superior derecho de la composición. Más que privilegiar lo visual, los colores y la textura cálida apelan así preponderantemente al sentido del tacto, magnificando el efecto de cercanía y conexión que la pieza establece con el espectador mediante la incorporación de la frase “vos y yo”. Evocando la calidad blanda y plegable de la tela sin bastidor ni marco de los acrílicos que a Laguna le gustaba llevar consigo a todos lados, la materialidad del textil y su receptividad al tacto tornan esta obra un cuerpo vivo y flexible saturado de sensaciones, percepciones y afectos.
Texto de Cynthia Francica
Notas
1. A modo de ejemplo, el relato Tatuada para siempre (1999), de Dalia Rosetti (nombre de pluma de Fernanda Laguna), es narrado en primera persona por una protagonista ingenua, infantil, y radicalmente queer. Sale a cenar y, como no tiene dinero para pagar la cuenta, es trasladada a la cárcel. Las mujeres que habitan la prisión infantilizan a la narradora desde el momento en que ésta accede a ese mundo: “Me manoseaban, me chupaban las orejas, se acercaban amigables y cuando yo les sonreía se reían y se decían ‘Es una tontita’. Yo no quería llorar”. Sin embargo, luego la narradora participa en prácticas sexuales sadomasoquistas con las otras presas, conformando así una efímera e improvisada comunidad queer. Luego de la escena sexual en la prisión, el tono de ingenuidad adolescente de la narradora permanece intacto: “La libertad del corazón es un poder que hay que explotar… qué lindo sería el mundo si la gente liberara sus corazones y no viera todo tan feo”. En el caso de Tatuada, la ingenuidad e infantilidad de la narradora son justamente las fuerzas que posibilitan su experiencia sexual radical, habilitando una estética “queer infantil”. Para un análisis comprensivo de este concepto en relación con las obras literarias y visuales de ByF, véase Francica, Cynthia, “Lo queer infantil en la literatura de ‘Belleza y Felicidad’: Temporalidad, crisis y política”, en Macón, Cecilia y Solana, Mariela (eds.), Pretérito indefinido: Afectos y emociones en las aproximaciones al pasado, Buenos Aires, Blatt & Ríos, 2015.
2. Katzenstein, Inés, “Fernanda Laguna. Central desde los márgenes” (en línea), Otra Parte, Revista de letras y artes, nº 28, otoño-invierno de 2013 (http://revistaotraparte.com/nº-28-otoño-invierno-2013/fernanda-laguna-central-desde-los-márgenes).
3. Laguna, Fernanda, entrevista personal, abril de 2016.
Title: Dos gatos muy locos
Year: 2003
Technique: Gobelino en lana
32,5 x 26 x 3,5 cm
Inventary Number: 2013.05
Donation: Sotheby’s, 2013
Fuera de exposición