En 1962, Luis Felipe Noé, junto a sus compañeros del grupo Nueva Figuración (Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega),1 regresaron de un viaje a Europa y se instalaron en un taller común en la calle Carlos Pellegrini de la ciudad de Buenos Aires.2 Allí trabajaron juntos, discutiendo ideas y estrategias para hacer visible aquello que se habían propuesto desde la primera exposición, en 1961:3 superar la antítesis figuración - no figuración, utilizando todos los medios expresivos disponibles. El hombre contemporáneo y su situación en el mundo, la historia y sus falacias, eran los temas predilectos.

El viaje a París llevó a Noé a reflexionar acerca de la decadencia de un sistema de orden en la pintura, tanto como en la realidad circundante. La idea del caos como “otro orden” la veía en el acontecer cotidiano y en las luchas políticas que ensombrecían la democracia en la Argentina,4 país al que no solo pertenecía, sino que quería comprender.

Las obras de 1963 exhiben la ruptura con la estructura tradicional del cuadro, por medio de la utilización de otros bastidores adosados al principal, cartones, papeles y telas pegadas, introduciendo la técnica del collage. Heredero del cubismo, el collage implicó la irrupción de materiales ajenos al cuadro que, también ajenos al arte, se convertían en parte de la obra con su significación original, pero se modificaban al ingresar a un nuevo contexto. Esto le interesaba a Noé, quien manifestó querer “contraponer dentro de la unidad del cuadro dos o más unidades en sí mismas, hacer convivir atmósferas opuestas”.5 Así ocurre en Dos mujeres. Sobre la derecha, un plano de color transparente y chorreado apenas insinúa el cuerpo de una mujer cuya mano y pies emergen dibujados por entre las veladuras del óleo. En contraste, su cara, casi una máscara, es un trozo de cartón corrugado donde la densa materia esboza los ojos y, principalmente, la boca. Tanto en este sector de collage como en otros de la obra, se trata de cartones que probablemente el artista usó para apoyar sus cuadros mientras los estaba pintando. Estos papeles se mancharon con las sucesivas chorreaduras, y se convirtieron en atractivas evidencias de la acción de pintar. Noé las recupera y recicla sus materiales “descartables” para el collage.

La otra mujer, a la izquierda de la composición, está totalmente resuelta con fragmentos de cartones pintados, figuras extraídas de publicaciones y un pequeño bastidor adosado al lienzo. La cara de esta mujer es la de una virgen o una santa, presumiblemente del Trecento toscano, de vida casta, opuesta a la otra, cuya sexualidad se evidencia en la marcada curva de sus caderas y el exacerbado rojo de sus labios. No obstante, la “mujer santa” es un verdadero crisol/caos “oculto” de razas y culturas. Si se miran de lejos, los fragmentos que forman su cuerpo parecen manchas. De cerca, son trozos de ilustraciones intervenidas. A la figura religiosa toscana del siglo XIV la acompañan un indígena amazónico (?), varios niños con taparrabos, tres mujeres ataviadas con ropas de estilo decimonónico y una deidad de la cultura Nazca6 conocida como el “ser antropomorfo”, que se representa en vuelo con un hacha ceremonial entre sus manos. Los contrastes, las oposiciones visuales y de significación están presentes en Dos mujeres, obra contemporánea, entre otras, a El incendio en el Jockey Club (1963),7 donde abundan los fragmentos de ilustraciones de pinturas antiguas.

El juego entre ver y mirar, leer e interpretar enriquece a Dos mujeres, una pieza que se debate entre lo gestual y lo conceptual.

Creo en el caos como estructura. No me interesa el centro óptico que concentre la visión del espectador, ni su mera eliminación, sino la multiplicidad y oposición de estímulos. Que el espectador haga la síntesis. Creo en la visión quebrada y en la ruptura del viejo concepto de la unidad…8

La enigmática y, seguramente, en parte azarosa elección de las figuras del collage ratifica su metodología de trabajo, atenta a diversos estímulos con los que desafía la mirada y la comprensión del espectador. No todo tiene una explicación racional, parece decir: ¿por qué la tendría el arte?

Desde principios de los años 60 hasta la actualidad, Noé ha desarrollado una poética donde el azar y la libre asociación de formas e ideas introducen un enfoque crítico sobre la sociedad, los lenguajes artísticos y el sistema del arte. Pintor y teórico, sus escritos son un aporte a la estética del arte argentino del siglo XX.

Texto de María José Herrera

 

Notas

1. El grupo neofigurativo, como fue denominado por la crítica, actuó como tal entre 1961 y 1965.

2. Debido a ese trabajo en común, compartiendo el espacio, es que la obra Dos mujeres tiene inscrita en su dorso la palabra “Deira”. Probablemente se deba a que la tela, con su bastidor, era de Deira, pero luego la utilizó Noé.

3. Otra Figuración, Buenos Aires, Galería Peuser, 1961. También participaron de esta muestra el fotógrafo Sameer Makarius y la pintora Carolina Muchnik.

4. En 1962, derrocaron al presidente constitucional Arturo Frondizi, que había asumido en 1958. Dos grupos antagónicos dentro de las fuerzas armadas (Azules y Colorados) disputaban la inserción del peronismo, proscrito, en la vida política del país. El conflicto movilizó tropas y dejó muertos y heridos, en tiempos de un gobierno democrático asechado.

5. Catálogo Premio Internacional Torcuato Di Tella (cat. exp.), Buenos Aires, Instituto Di Tella, 1963.

6. Cultura peruana, preincaica, que se desarrolló entre el 300 a. C. y el 800 d. C.

7. Se refiere a una serie de atentados a los opositores al peronismo, en 1953. Uno de los edificios atacados fue el del Jockey Club, que contaba con una rica pinacoteca de arte europeo.

8. Noé + Experiencias colectivas (cat. exp.), Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, 1965.

Dos mujeres, 1963

Ficha técnica

Título: Dos mujeres
Año: 1963
Técnica: Óleo y collage sobre tela
194,7 x 129,5 cm
Nro. de inventario:
Colección Eduardo F. Costantini, Buenos Aires. En comodato.

Fuera de exposición