Aunque las indagaciones de Ary Brizzi estuvieron centradas principalmente en la ilusión de movimiento, Columna móvil es uno de los pocos ejemplares que han llegado hasta el presente donde el artista incorporó el desplazamiento real de una parte de la obra impulsado por un motor. De base triangular, la columna se compone de tres placas de acrílico traslúcido, cuyas superficies visibles están cubiertas longitudinalmente por nervaduras de sección curva, al mismo tiempo que presenta una leve torsión helicoidal, a la manera de una columna entorchada. Su interior contiene una estructura central recubierta por placas espejadas de acrílico de color, que se mueven al activarse el motor. Sumados a este movimiento provocado por el dispositivo mecánico, las molduras de sección curva, la torsión helicoidal y el interior colorido también se vuelven variables activas con el simple desplazamiento del espectador.
Luego de recibir una formación académica en las escuelas de Bellas Artes Manuel Belgrano y Ernesto de la Cárcova –de la cual egresó en 1951–, Brizzi se dedicó inicialmente a la pintura figurativa, seguida de un período marcado por la abstracción geométrica con elementos heredados de las teorías del arte concreto, para finalmente dar un giro hacia el arte óptico. A partir de las formas, los colores y la luz, sus indagaciones se centraron en la exploración de las posibilidades de la percepción visual. Con sus obras-relieves ya había comenzado a experimentar sobre estas posibilidades, que, sumadas al espacio como elemento compositivo de la pieza y el propio estudio sobre el color y la luz, lo fueron llevando a experimentar más allá del lienzo con otro tipo de materiales. Es así como la incorporación de nuevos elementos, como madera, vidrio, aluminio y placas de acrílico, fue clave en su producción artística. A la experimentación material en la que trabajó, además del interés por las variaciones perceptivas que podían producirse a través de la interacción de las obras con el espacio circundante, la incidencia de la luz y los colores, se agregaron las composiciones con líneas o bandas ortogonales, un elemento utilizado por el artista casi desde los inicios y hasta el final de su producción. Estas bandas, ya fueran de algún material en particular o de colores pintados sobre diversas superficies, funcionaban a manera de sistematización de un elemento formal que le permitía generar la ilusión de movimiento a partir de los ritmos creados por el desplazamiento, la repetición, el cromatismo y la gradación. Desde principios de la década del 60, las obras escultóricas de Ary Brizzi mostraban composiciones que sugerían formas geométricas construidas por sucesiones de varillas o planos ortogonales –en materiales como vidrio templado y aluminio– que se desplegaban en el espacio siguiendo un ritmo continuo, dando lugar a recorridos virtualmente curvos. La posterior incorporación del acrílico como elemento estructural de sus obras amplió de forma contundente el campo de experimentación en torno a la percepción. Las transparencias, la interacción con la luz, las superposiciones de colores se suman al desplazamiento del espectador en una experiencia óptica con múltiples variables.
Mientras que las grandes esculturas que el artista realizó con placas de acrílico superpuestas pintadas con bandas de color modifican el espacio real mediante el entrecruzamiento, originando un movimiento virtual, el acrílico con nervaduras que utilizó en Columna móvil agrega, además del desplazamiento producido por el motor, un fenómeno visual ausente en otras obras. Desde el interior, el color en movimiento se proyecta en secciones longitudinales facetadas que concentran su intensidad en el centro de cada nervadura y varían con la interacción de la luz y el movimiento, generando recorridos lineales quebrados, cromatismos, gradaciones e intersecciones. Estas esculturas creadas como objetos cinéticos tridimensionales no solo reafirmaron las investigaciones ópticas que el artista se encontraba realizando en los años 60, sino que también fueron una experimentación fundamental para la reelaboración de su producción pictórica. En palabras del propio Brizzi, la impronta del cinetismo “queda en mi obra posterior, ya que los espacios virtuales y lumínicos tienen su origen en aquellos trabajos”. 1
Texto de Sofía Frigerio
Notas
1. Marchesi, Mariana, “Los artistas dan su testimonio”, en AA.VV., Real/virtual: arte cinético en los años sesenta, Buenos Aires, Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, 2012.
Título: Columna móvil
Año: 1966
Técnica: Acrílico y motor 220v
127,3 x 31,5 x 34 cm
Nro. de inventario: 2000.01
Donación: Eduardo F. Costantini, Buenos Aires
En exposición