A través de una yuxtaposición de planos de color recortados de acuerdo con una geometría irregular, y un dibujo en trazos negros que en ciertos sectores enfatiza sus contornos, el artista brindó sintéticamente una perspectiva de jardín de fuerte carga expresiva. La profundidad del espacio se esbozó sutilmente mediante líneas oblicuas y la reducción de los elementos representados.

Pettoruti se formó como artista en Europa, donde permaneció de 1913 a 1924. La obra pertenece a una etapa de intensa maduración, en la que se conjugaron la sociabilidad con grupos de jóvenes artistas italianos vinculados a los postulados del futurismo y embarcados en la renovación de los lenguajes artísticos, la formación en las técnicas artesanales del mosaico y del vitraux, y el contacto con la tradición artística antigua a través del arte etrusco, que conoció durante su larga estadía en la región toscana. El recorte minucioso de planos geométricos en el montaje de las formas recuerda la técnica artesanal del vitraux, que Pettoruti aprendió en esos años,1 lo que puede observarse principalmente en el sector central de la tela. La obra alcanza una intensidad expresiva que podría vincularla también a las exploraciones cromáticas del posimpresionismo y el fauvismo, cuyas producciones el artista conocía gracias a los fascículos que adquirió en la librería Gonnelli, en Florencia. Esta diversidad de tonalidades, combinada con la libertad en la fragmentación irregular de los planos de color, pone en relación Angolo d’un giardino con otros paisajes de la época, como Il parco o Il lago (ambos pertenecientes a colecciones privadas), que más tarde no se repetirían, siendo más propios de su poética la factura lisa y el control expresivo.

El primer registro de su exposición pública menciona la pieza Angolo d’un giardino como parte de muestras colectivas en la ciudad de Milán, donde Pettoruti residió en 1919.2 A través del crítico de arte del periódico milanés La Sera Raffaello Giolli, aquél entró en contacto con un grupo de artistas interesados en la introducción de innovaciones en la plástica, nucleados en la asociación La Famiglia Artistica, entre quienes se contaban Mario Sironi, Arturo Tosi y Achille Funi. Al congeniar rápidamente con sus búsquedas renovadoras y sus posiciones más libres que el compromiso requerido por el ideólogo del futurismo, Filippo Marinetti, Pettoruti aceptó ser incorporado como “socio pintor” y participó en numerosas exposiciones grupales. En las exhibiciones de La Famiglia Artistica, éste presentó una variedad de paisajes inspirados en las localidades visitadas durante su estancia en las regiones toscana y lombarda, puntos de referencia del mundo exterior que utilizó como puntapié para sus investigaciones plásticas. Las posibilidades estilísticas que exploró por esos años fueron múltiples, desde paisajes pintados a la acuarela, realizados de acuerdo con un registro espacial naturalista, hasta otros –como la pieza de Malba– donde ensaya “paisajes sintéticos” –según la denominación que él mismo les atribuyó–, y pinturas no figurativas, como las piezas inspiradas en la arquitectura etrusca, o las carbonillas, grafitos y óleos abstractos, composiciones surgidas a partir de la poética del dinamismo futurista.

Las reseñas críticas aparecidas en revistas y periódicos de Milán en la época de sus primeras exhibiciones destacaron estas “representaciones estilizadas” por su vivacidad y particularidad, la firme intención de renovar la práctica pictórica implícita en su factura, la experiencia técnica y la rigurosidad constructiva.3 La revista milanesa Il Mondo publicó en sus páginas un fotograbado de la obra. En las primeras exposiciones realizadas a su regreso a la Argentina, el cuadro fue exhibido con el título El jardín y reproducido en un periódico porteño como ilustración de una reseña de su muestra en los salones de La Prensa, en La Plata, en octubre de 1924.4

La participación con su obra en instancias cruciales en la consolidación del arte moderno internacional, como la aceptación de los jóvenes italianos en la XII Bienal Internacional de Venecia, o el rechazo en la Bienal de Brera, ambos en 1920, así como su aporte a los intercambios de ideas y experiencias para modernizar el arte en metrópolis como Milán, Roma, París y Berlín (donde expuso en forma individual en la galería de vanguardia Der Sturm), lo ubican como parte activa en la construcción de la historia de la modernidad.

Texto de Fabiana Serviddio

 

Notas

1. Payró, Julio, Emilio Pettoruti, Buenos Aires, Poseidón, 1945, p. 51.

2. Bisi, Giannetto, “Pettoruti e Salietti in una mostra milanese”, Il Mondo, Milano, 18 de mayo de 1919. [Archivo personal del artista]. Véanse también La Perseveranza, Milano, 13 de abril de 1919, y La Perseveranza, Milano, 14 de abril de 1919. [Archivo personal del artista].

3. Giolli, Raffaello, “Tre Giovani”, La Sera, Milano, 27 de abril de 1921. [Archivo personal del artista].

4. Sin firma, “Esta tarde se inauguró el Salón Pettorutti [sic]”, La Época, Buenos Aires, 19 de octubre de 1924.

 

Angolo d’un giardino, 1917

Ficha técnica

Título: Angolo d’un giardino
Año: 1917
Técnica: Óleo sobre hardboard
45,2 × 35,3 cm
Nro. de inventario: 2001.131
Donación: Eduardo F. Costantini, Buenos Aires

En exposición

Exposiciones

La Colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, Argentina
1996